Aquí
debemos advertir que Pencroff, deseoso de saber si aquella arcilla así
preparada justificaba su nombre de barro de pipa, se fabricó algunas pipas
bastante burdas, que halló admirables y a las cuales no faltaba más que el
tabaco. Esta era una gran privación para Pencroff.
«Pero
el tabaco vendrá como todas las cosas», repetía para sí en sus momentos de
confianza absoluta.
Los
trabajos que hemos reseñado duraron hasta el 15 de abril y
no se puede decir que perdieron el tiempo. Los colonos, convertidos en
alfareros, no hicieron más que vajilla de cocina.
Cuando
conviniese a Cyrus Smith transformarlos en herreros, serían herreros. Pero
siendo el día siguiente domingo y domingo de Pascua, todos convinieron en
santificar aquel día con el descanso. Aquellos norteamericanos eran hombres
religiosos, fieles observadores de los preceptos de la Biblia y la situación en
que se encontraban no podía menos de desarrollar sus sentimientos de confianza
en el Autor de todas las cosas.
En
la noche del 15
de abril volvieron todos a las
Chimeneas. El resto de vajilla fue llevado a su sitio y el horno se apagó,
esperando un nuevo destino. La vuelta fue señalada por un incidente afortunado:
el descubrimiento que hizo el ingeniero de una sustancia que podía reemplazar
la yesca.
Esta
sustancia esponjosa y aterciopelada proviene de ciertos hongos del género
políporo. Convenientemente preparada es muy inflamable, sobre todo cuando ha
sido antes saturada de pólvora o cocida en una disolución de nitrato o clorato
de potasa. Pero hasta entonces no se había encontrado ninguno de aquellos
políporos ni de otros hongos que pudieran reemplazarlos.
Aquel
día el ingeniero, habiendo reconocido cierta planta del género artemisia, que
cuenta entre sus principales especies el ajenjo, el toronjil, el estragón, el
jengibre, etc., arrancó varios tallos y presentándolos al marinero, le dijo:
—Tome,
Pencroff, esto le va a poner contento.
Pencroff
miró atentamente la planta revestida de pelos sedosos y largos, cuyas hojas
estaban cubiertas de un suave vello parecido al algodón.
—¿Y
qué es esto, señor Cyrus? —preguntó—. ¡Bondad del cielo! ¿Es tabaco?
—No
—respondió Cyrus— es artemisia china para los sabios y para nosotros será
yesca.
Jules Verne
La isla misteriosa
Viajes extraordinarios
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