Del refranero castizo

Cuando la zorra anda a grillos y el sacristán a cardillos y el escribano pregunta ¿a cómo estamos del mes? mal andan los tres

Ulises y las sirenas

Conque, cuando la nave estaba a una distancia en que se oye a un hombre al gritar en nuestra veloz marcha, no se les ocultó a las Sirenas que se acercaba y entonaron su sonoro canto:
“Vamos, famoso Odiseo, gran honra de los aqueos, ven aquí y haz detener tu nave para que puedas oír nuestra voz. Que nadie ha pasado de largo con su negra nave sin escuchar la dulce voz de nuestras bocas, sino que ha regresado después de gozar con ella y saber más cosas. Pues sabemos todo cuanto los argivos y troyanos trajinaron en la vasta Troya por voluntad de los dioses. Sabemos cuánto sucede sobre la tierra fecunda”.
Así decían lanzando su hermosa voz. Entonces mi corazón deseó escucharlas y ordené a mis compañeros que me soltaran haciéndoles señas con mis cejas, pero ellos se echaron hacia adelante y remaban, y luego se levantaron Perimedes y Euríloco y me ataron con más cuerdas, apretándome todavía más.

Odisea. Homero.

El último día jamás será historia

el último día jamás existirá porque nunca podrá ser sujeto u objeto de la historia y ya que estamos en estas no sé si recuerdas o es historia otra vez inventada cuando viste la primera grulla y no lo sabías porque ni el nombre ya ves que no podemos sacar un parecido a la grulla y cuando mirabas a la luna llena unas sombras rasaban entre tú y su luz reflejada y cuando le dijiste a Isabel y luego a Paco que habías inventado el internet y llegó el rijoso del cura a estropearlo todo sobre todo la fama de nuestra vecina y también de la estanquera porque era por culpa del cajón con rejilla como era en los tiempos que tu inventaste el multiplicar por dos y encima le añadiste cero a todo y también estaba ese amigo que torturaba a inocentes murciélagos y que se murió joven y tú ya no sabías nada de él ni de su hermano que todavía vive y también hacían queso de oveja y mientras tanto Mundo te enseñaba todos los nidos y todos los pájaros menudos que había en su finca y en el almendral de tu abuelo y te acuerdas de aquel nogal enorme pegado al cauce casi siempre seco del Arroyo del Lugar abajo del almendral que estaba en ladera y había que empezar a varear por arriba porque era como las escaleras del convento que siempre había que barrerlas de arriba abajo y no como las faltas que había que empezar desde abajo para llegar arriba ya que ir desde el cielo al infierno daba mala imagen y ahora te han quitado el purgatorio y ha quedado un enorme sitio vacío y eso debe ser lo que los físicos dicen que son los agujeros negros y el maestro de la graduada se llamaba Isaac y el de los mayores Luis y ya sabías multiplicar antes de llegar al cero y luego estaba el cero a la izquierda que a no ser nada por lo menos era tinta sobre papel y ocupaba un espacio (desmemorias)

Era de los del mes de agosto

Entróse Sancho por aquellas quebradas de la sierra, dejando a los dos en una por donde corría un pequeño y manso arroyo, a quien hacían sombra agradable y fresca otras peñas y algunos árboles que por allí estaban. El calor, y el día que allí llegaron, era de los del mes de agosto, que por aquellas partes suele ser el ardor muy grande; la hora, las tres de la tarde; todo lo cual hacía al sitio más agradable, y que convidase a que en él esperasen la vuelta de Sancho, como lo hicieron.

Don Quijote. Capítulo XXVII. De cómo salieron con su intención el cura y el barbero, con otras cosas dignas de que se cuenten en esta grande historia. Miguel de Cervantes

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