¿Y Mamá?
20 de
abril de 1950
De disgusto en disgusto. Murió Gonzalo, el
general Queipo de Llano. Fue siempre encantador con nosotros. Pero la vida
sigue. Lo terrible ha sido el feo que nos han hecho el Generalísimo y doña
Carmen. A mi marido le ha importado un pito, pero yo me subo por las paredes. Se
ha casado Carmencita con el marqués de Villaverde en el Pardo, y no se han
acordado de nosotros. ¡Mil invitados! Hemos convidado al Caudillo a cazar en
casa y nunca ha venido. He enviado a doña Carmen, el día de la Virgen del
Carmen, el collar de perlas que usaba mi pobre suegra, que en paz descanse. En
señal de gratitud, una tarjetita. Y no nos invitan a la boda del siglo XX. Para
mí, que doña Carmen, que es de una familia ni buena ni mala de Oviedo, tiene
envidia de mis piernas. Las suyas son gordas, como columnas, y eso no lo puede
aguantar. Bussy me ha dicho que no vuelva a intentar ponerme en contacto con el
Generalísimo, pero, ofensas aparte, yo soy ante todo una patriota. A la que no
le voy a mandar nada más es a la señorita esa de Oviedo, que menudos dientes
gasta, por envidiosa.
Por lo demás, Susú crece y es feliz. Ya tiene
once años. Me ha preguntado si los Reyes Magos son los padres, y, muy a mi
pesar, le he arreado una bofetada. Inconvenientes de tratar con los hijos del
servicio, que no creen en los Reyes y no respetan la inocencia de mi chiquitín.
En el fondo, es lógico que no crean en los Reyes, porque les traen muy pocos
juguetes. Pero que Susú me salga con ésas…
Lo recuerdo perfectamente. Creo que fue a los quince años cuando oí una
discusión entre Mamá y Papá. Mi padre estaba empeñado en desvelarme el secreto,
y Mamá se opuso tajantemente. Fue el año de mis últimos Reyes. En el fondo, lo
sabía desde los trece años, pero me hice el tonto. Los Reyes en casa eran
buenísimos.
Alfonso
Ussía Muñoz-Seca
El
diario de Mamá
Memorias
del marqués de Sotoancho
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