Caronte

Caronte siempre tuvo problemas reconocidos: cuando recibía óbolos por pasar difuntos a él le tenían sin cuidado las monedas por lo que las arrojaba directamente a la laguna Estigia o al río Aqueronte (que sobre esto siempre hay dudas); también tenía problemas con los obesos, con los idiotas y con los niños, los unos por pesados, los otros por inconstantes y los niños por ignorantes. Problemas tuvo con algunos chulos y con los psiquiatras, los unos porque se le colaban en la barca y los otros porque escribían notas con plumas estilográficas. Después de la última reforma legal le dejaron sin uno de los tres puertos donde descargaba los fardos humanos: desapareció el Purgatorio. Ahora con tanto dron apenas tiene trabajo: las multinacionales del reparto se están encargando de ello. El último humano al que cruzó (profesor interino a tiempo parcial) le recomendó que ya era tiempo de leer a los clásicos y que podía empezar por la Comedia de Dante

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