¿saltear de caminos llamáis al dar libertad a los encadenados, soltar los presos, acorrer a los miserables, alzar los caídos, remediar los menesterosos?

Imaginando, pues, esto, quiso certificarse si las señas que de don Quijote traía venían bien, y, sacando del seno un pergamino, topó con el que buscaba; y, poniéndosele a leer de espacio, porque no era buen lector, a cada palabra que leía ponía los ojos en don Quijote, y iba cotejando las señas del mandamiento con el rostro de don Quijote, y halló que, sin duda alguna, era el que el mandamiento rezaba. Y, apenas se hubo certificado, cuando, recogiendo su pergamino, en la izquierda tomó el mandamiento, y con la derecha asió a don Quijote del cuello fuertemente, que no le dejaba alentar, y a grandes voces decía:
—¡Favor a la Santa Hermandad! Y, para que se vea que lo pido de veras, léase este mandamiento, donde se contiene que se prenda a este salteador de caminos.
Tomó el mandamiento el cura, y vio como era verdad cuanto el cuadrillero decía, y cómo convenía con las señas con don Quijote; el cual, viéndose tratar mal de aquel villano malandrín, puesta la cólera en su punto y crujiéndole los huesos de su cuerpo, como mejor pudo él, asió al cuadrillero con entrambas manos de la garganta, que, a no ser socorrido de sus compañeros, allí dejara la vida antes que don Quijote la presa. El ventero, que por fuerza había de favorecer a los de su oficio, acudió luego a dalle favor. La ventera, que vio de nuevo a su marido en pendencias, de nuevo alzó la voz, cuyo tenor le llevaron luego Maritornes y su hija, pidiendo favor al cielo y a los que allí estaban. Sancho dijo, viendo lo que pasaba:
—¡Vive el Señor, que es verdad cuanto mi amo dice de los encantos deste castillo, pues no es posible vivir una hora con quietud en él!
Don Fernando despartió al cuadrillero y a don Quijote, y, con gusto de entrambos, les desenclavijó las manos, que el uno en el collar del sayo del uno, y el otro en la garganta del otro, bien asidas tenían; pero no por esto cesaban los cuadrilleros de pedir su preso, y que les ayudasen a dársele atado y entregado a toda su voluntad, porque así convenía al servicio del rey y de la Santa Hermandad, de cuya parte de nuevo les pedían socorro y favor para hacer aquella prisión de aquel robador y salteador de sendas y de carreras. Reíase de oír decir estas razones don Quijote; y, con mucho sosiego, dijo:
—Venid acá, gente soez y malnacida: ¿saltear de caminos llamáis al dar libertad a los encadenados, soltar los presos, acorrer a los miserables, alzar los caídos, remediar los menesterosos? ¡Ah, gente infame, digna por vuestro bajo y vil entendimiento que el cielo no os comunique el valor que se encierra en la caballería andante, ni os dé a entender el pecado e ignorancia en que estáis en no reverenciar la sombra, cuanto más la asistencia, de cualquier caballero andante! Venid acá, ladrones en cuadrilla, que no cuadrilleros, salteadores de caminos con licencia de la Santa Hermandad; decidme: ¿quién fue el ignorante que firmó mandamiento de prisión contra un tal caballero como yo soy? ¿Quién el que ignoró que son esentos de todo judicial fuero los caballeros andantes, y que su ley es su espada; sus fueros, sus bríos; sus premáticas, su voluntad? ¿Quién fue el mentecato, vuelvo a decir, que no sabe que no hay secutoria de hidalgo con tantas preeminencias, ni esenciones, como la que adquiere un caballero andante el día que se arma caballero y se entrega al duro ejercicio de la caballería? ¿Qué caballero andante pagó pecho, alcabala, chapín de la reina, moneda forera, portazgo ni barca? ¿Qué sastre le llevó hechura de vestido que le hiciese? ¿Qué castellano le acogió en su castillo que le hiciese pagar el escote? ¿Qué rey no le asentó a su mesa? ¿Qué doncella no se le aficionó y se le entregó rendida, a todo su talante y voluntad? Y, finalmente, ¿qué caballero andante ha habido, hay ni habrá en el mundo, que no tenga bríos para dar él solo cuatrocientos palos a cuatrocientos cuadrilleros que se le pongan delante?
En tanto que don Quijote esto decía, estaba persuadiendo el cura a los cuadrilleros como don Quijote era falto de juicio, como lo veían por sus obras y por sus palabras, y que no tenían para qué llevar aquel negocio adelante, pues, aunque le prendiesen y llevasen, luego le habían de dejar por loco; a lo que respondió el del mandamiento que a él no tocaba juzgar de la locura de don Quijote, sino hacer lo que por su mayor le era mandado, y que una vez preso, siquiera le soltasen trecientas.
—Con todo eso —dijo el cura—, por esta vez no le habéis de llevar, ni aun él dejará llevarse, a lo que yo entiendo.
En efeto, tanto les supo el cura decir, y tantas locuras supo don Quijote hacer, que más locos fueran que no él los cuadrilleros si no conocieran la falta de don Quijote; y así, tuvieron por bien de apaciguarse, y aun de ser medianeros de hacer las paces entre el barbero y Sancho Panza, que todavía asistían con gran rancor a su pendencia. Finalmente, ellos, como miembros de justicia, mediaron la causa y fueron árbitros della, de tal modo que ambas partes quedaron, si no del todo contentas, a lo menos en algo satisfechas, porque se trocaron las albardas, y no las cinchas y jáquimas; y en lo que tocaba a lo del yelmo de Mambrino, el cura, a socapa y sin que don Quijote lo entendiese, le dio por la bacía ocho reales, y el barbero le hizo una cédula del recibo y de no llamarse a engaño por entonces, ni por siempre jamás amén.

De los capítulos XLV y XLVI de Don Quijote de la Mancha (Primera parte).
Miguel de Cervantes. Penguin Clásicos

El cérigo simple, un milagro de Nuestra Señora, por Gonzalo de Berceo

El clérigo simple (milagro IX)
Era un simple clérigo, pobre de clerecía,
dicié cutiano misa de la Sancta María;
non sabié decir otra, diciéla cada día,
más la sabié por uso que por sabiduría.
Fo est misacantano al bispo acusado,
que era idïota, mal clérigo probado;
«Salve Sancta Parens» sólo tenié usado,
non sabié otra misa el torpe embargado.
Fo durament movido el obispo a saña,
dicié: «Nunca de preste oí atal hazaña.»
Dijo: «Dicit al fijo de la mala putaña
que venga ante mí, no lo pare por maña.»
Vino ante el obispo el preste pecador,
habié con el grand miedo perdida la color,
non podié de vergüenza catar contra'l señor,
nunca fo el mesquino en tan mala sudor.
Dísoli el obispo: «Preste, dime verdat,
si es tal como dicen la tu necïedat.»
Dísoli el buen homne, «Señor, por caridat,
si disiese que non, dizría falsedat.»
Dísoli el obispo: «Cuando non as cïencia
de cantar otra misa nin as sen nin potencia,
viédote que non cantes, métote en sentencia,
vivi como mereces por otra agudencia.»
Fo el preste su vía triste e desarrado,
habié muy grand vergüenza, el daño muy granado;
tornó en la Gloriosa, ploroso e quesado,
que li diese consejo ca era aterrado.
La madre preciosa que nunca falleció
a qui de corazón a piedes li cadió,
el ruego del su clérigo luego gelo udió:
no lo metió por plazo, luego li acorrió.
La Virgo glorïosa, madre sin dición,
apreció'l al bispo luego en visïón;
díjoli fuertes dichos, un brabiello sermón,
descubrióli en ello todo su corazón.
Díjoli brabamientre: «Don obispo lozano,
¿contra mí por qué fust tan fuert e tan villano?
Yo nunca te tollí valía de un grano,
e tú ásme tollido a mí un capellano.
El que a mí cantaba la misa cada día
tú tovist que facié yerro de eresía;
judguéstilo por bestia e por cosa radía,
tollisteli la orden de la capellanía.
Si tú no li mandares decir la misa mía
como solié decirla, grand querella habría,
e tú serás finado hasta el trenteno día,
¡Desend verás qué vale la saña de María!»
Fo con estas menazas el bispo espantado,
mandó envïar luego por el preste vedado;
rogó'l que'l perdonase lo que habié errado,
ca fo él en su pleito durament engañado.
Mandólo que cantase como solié cantar,
fuese de la Gloriosa siervo del su altar;
si algo li menguase en vestir o calzar,
él gelo mandarié del suyo mismo dar.
Tornó el homne bueno en su capellanía,
sirvió a la Gloriosa, madre Sancta María;
finó en su oficio de fin cual yo querría,
fue la alma a gloria a la dulz cofradría.
Non podriemos nos tanto escribir nin rezar,
aun porque podiésemos muchos años durar,
que los diezmos miraclos podiésemos contar,
los que por la Gloriosa denna Dios demostrar.

Gonzalo de Berceo
Milagros de Nuestra Señora

GONZALO DE BERCEO. (Berceo, Logroño, hacia 1195 - Monasterio de San Millán de la Cogolla, hacia 1268) Escritor medieval que fue primer poeta en lengua castellana con nombre conocido.
Fue clérigo y vivió en el monasterio de San Millán de la Cogolla (Logroño), donde se ordenó sacerdote, y en el de Santo Domingo de Silos (Burgos). En el monasterio de San Millán de la Cogolla ofició como clérigo secular, y llegó a ocupar los cargos de diácono (hacia 1120) y presbítero (hacia 1237).
Es el primer representante del llamado «mester de clerecía», escuela medieval de hombres de letras (una calificación que en aquella época casi coincidía con la de sacerdote) cuya principal aportación fue la difusión de la cultura latina. Berceo inauguró la senda de la poesía erudita, en contraposición con la desarrollada por la poesía épica popular y la de los juglares.
Sus obras, escritas en cuaderna vía (estrofa de cuatro versos alejandrinos monorrimos) como era habitual en el «mester», son estrictamente religiosas y se suelen clasificar en tres grupos: vidas de santos, obras marianas y obras de temática religiosa más amplia, de tipo doctrinal. Los poemas hagiográficos, sobre santos locales (Vida de San Millán, Vida de Santo Domingo de Silos y Vida de Santa Oria), se basan en fuentes latinas y en tradiciones del propio monasterio.
El grupo de obras marianas cuenta con tres títulos fundamentales: Loores de Nuestra Señora, Milagros de Nuestra Señora y Duelo de la Virgen. Los poemas religiosos de naturaleza doctrinal son El martirio de San Lorenzo, El sacrificio de la misa y Los signos que aparecerán antes del Juicio.
Probablemente difundida de forma oral por los juglares, su obra tiene un claro objetivo didáctico y moral, y se caracteriza por un tratamiento sencillo y popular del lenguaje. A menudo Berceo hace referencia a sus propios avatares biográficos y da muestras, con su expresión realista y auténtica, de su gusto por la recreación de detalles pintorescos y cotidianos. Su forma de narrar los sucesos religiosos y de intentar acercarlos al pueblo mediante un estilo y una forma de sentir humilde y sencilla hizo de Berceo un autor de gran valor simbólico para la Generación del 98.

[Basado el texto en la edición de Milagros de Nuestra Señora de Gonzalo de Berceo, manuscrito 93 del Archivo de la Abadía de Santo Domingo de Silos, en la edición de Michael Gerli (Berceo, Gonzalo de, Milagros de Nuestra Señora, Madrid, Cátedra, 1988), cuya consulta es recomendable. Se opta por mantener las grafías del original eliminando las variantes gráficas no significativas, y por eliminar las marcas de editor, asumiendo, cuando es oportuno, las correcciones, reconstrucciones y enmiendas propuestas por Gerli.]


¿…? (Para participar, obligatoriamente, en un concurso de creación, en el colegio). Primer premio.

¿…?
Catorce años ¿es una edad o un poema?
deseo, movimiento, sueños, miradas
a lo ajeno, a lo otro, al otro;
un aprendizaje, un verso, un fresca risa.
Bien no lo sé;
acabo de llegar y empieza la partida,
si me acompañas otro trecho,
a lo mejor, compartimos la sonrisa
y el secreto.

MMC (María Martín Cano)

8º de EGB. 1995

Erikson vólvese pra escoitar a súa mocidade

Erikson vólvese pra escoitar a súa mocidade 
E cando se decatou, quitou a pucha
pra enchela coas froles do prado.
—Pro as froles están somentes
nun soño, abaneadas por un ventiño morno,
que tamén era soño, soño, soño.
Tivera os anos coma trigo dourado
nas mans, no corazón, nas verbas.
—Nos ollos tamén si, cos que medía
o van da moza e a carreira das estrelas.
Pro non o soupo daquela.
Agora que por vez derradeira soña
que escoita o cuco no alcipreste,
coa pucha parda na man, e os ósos
somentes quentados polos recordos,
—ouh fondo pozo mouro, vida esgotada,
cas ceibados do corazón, violín sen cordas!—
vólvese: a perdida mocidade debe de estar cantando
máis aló dos outeiros, do mare, dos outeiros,
do mare. Aínda cantando.


Erikson se vuelve para escuchar a su juventud

Y cuando se dio cuenta, se quitó la gorra
para llenarla con las flores del prado.
—Pero las flores están solamente
en un sueño, mecidas por una brisa tibia,
que también era sueño, sueño, sueño.—
Había tenido los años como trigo dorado
en las manos, en el corazón, en las palabras.
—En los ojos también, sí, con los que medía
el talle de la muchacha y la carrera de las estrellas.—
Pero no lo supo entonces.
Ahora que por vez postrera sueña
que escucha al cuco en el ciprés,
con la gorra parda en la mano y los huesos
solamente calentados por los recuerdos,
—¡oh hondo pozo negro, vida agotada,
perros sueltos del corazón, violín sin cuerdas!—
se vuelve: la perdida juventud debe estar cantando
más allá de las colinas, del mar, de las colinas,
del mar. Aún cantando.

 De “Poemas apócrifos” de Álvaro Cunqueiro

Más información en: http://enriquegutierrezmiranda.blogspot.com.es/2011/10/doce-poemas-apocrifos.html


Galanio, tú sabrás que esotro día,

Galanio, tú sabrás que esotro día,
bien lejos de la choza y el ganado,
en pacífico sueño transportado
quedé junto a una haya alta y sombría

cuando —¿quién tal pensó?— Flérida mía
traída allí de amigo y cortés hado
llegose y un abrazo enamorado
me dio, cual otro agora tomaría.

No desperté, que el respirado aliento
della en mi boca entró, süave y puro,
y allá en el alma dio del caso aviso,

la cual, sin su corpóreo impedimento
por aquel paso en que me vi te juro
que el bien casi sintió del Paraíso.

Francisco de Aldana
(Nápoles, 1537 ó 1540 - Alcazarquivir, Marruecos, 4 de agosto de 1578) fue un militar español y uno de los más importantes poetas del siglo XVI, en la segunda fase del Renacimiento español.           

Como poeta, es uno de los representantes del neoplatonismo en la poesía española. Como poeta fue tan alabado en su época que fue llamado «el Divino» por el mismo Miguel de Cervantes, quien lo nombra en su obra La Galatea, y «símbolo del Renacimiento» por los creadores del Diccionario de autoridades, quienes lo hicieron figurar entre las autoridades de la lengua.
(Datos de la Wikipedia)

De una serie:
Mayo mes de flores y de los buenos amores, mayo, es.


Canto II (Oda a la MUJER) de Altazor o el viaje en paracaídas por Vicente Huidobro.

CANTO II
Mujer el mundo está amueblado por tus ojos
Se hace más alto el cielo en tu presencia
La tierra se prolonga de rosa en rosa
Y el aire se prolonga de paloma en paloma
Al irte dejas una estrella en tu sitio
Dejas caer tus luces como el barco que pasa
Mientras te sigue mi canto embrujado
Como una serpiente fiel y melancólica
Y tú vuelves la cabeza detrás de algún astro
¿Qué combate se libra en el espacio?
Esas lanzas de luz entre planetas
Reflejo de armaduras despiadadas
¿Qué estrella sanguinaria no quiere ceder el paso?
En dónde estás triste noctámbula
Dadora de infinito
Que pasea en el bosque de los sueños
Heme aquí perdido entre mares desiertos
Solo como la pluma que se cae de un pájaro en la noche
Heme aquí en una torre de frío
Abrigado del recuerdo de tus labios marítimos
Del recuerdo de tus complacencias y de tu cabellera
Luminosa y desatada como los ríos de montaña
¿Irías a ser ciega que Dios te dio esas manos?
Te pregunto otra vez
El arco de tus cejas tendido para las armas de los ojos
En la ofensiva alada vencedora segura con orgullos de flor
Te hablan por mí las piedras aporreadas
Te hablan por mí las olas de pájaros sin cielo
Te habla por mí el color de los paisajes sin viento
Te habla por mí el rebaño de ovejas taciturnas
Dormido en tu memoria
Te habla por mí el arroyo descubierto
La yerba sobreviviente atada a la aventura
Aventura de luz y sangre de horizonte
Sin más abrigo que una flor que se apaga
Si hay un poco de viento
Las llanuras se pierden bajo tu gracia frágil
Se pierde el mundo bajo tu andar visible
Pues todo es artificio cuando tú te presentas
Con tu luz peligrosa
Inocente armonía sin fatiga ni olvido
Elemento de lágrima que rueda hacia adentro
Construido de miedo altivo y de silencio.
Haces dudar al tiempo
Y al cielo con instintos de infinito
Lejos de ti todo es mortal
Lanzas la agonía por la tierra humillada de noches
Sólo lo que piensa en ti tiene sabor a eternidad
He aquí tu estrella que pasa
Con tu respiración de fatigas lejanas
Con tus gestos y tu modo de andar
Con el espacio magnetizado que te saluda
Que nos separa con leguas de noche
Sin embargo te advierto que estamos cosidos
A la misma estrella
Estamos cosidos por la misma música tendida
De uno a otro
Por la misma sombra gigante agitada como árbol
Seamos ese pedazo de cielo
Ese trozo en que pasa la aventura misteriosa
La aventura del planeta que estalla en pétalos de sueño
En vano tratarías de evadirte de mi voz
Y de saltar los muros de mis alabanzas
Estamos cosidos por la misma estrella
Estás atada al ruiseñor de las lunas
Que tiene un ritual sagrado en la garganta
Qué me importan los signos de la noche
Y la raíz y el eco funerario que tengan en mi pecho
Qué me importa el enigma luminoso
Los emblemas que alumbran el azar
Y esas islas que viajan por el caos sin destino a mis ojos
Qué me importa ese miedo de flor en el vacío
Qué me importa el nombre de la nada
El nombre del desierto infinito
O de la voluntad o del azar que representan
Y si en ese desierto cada estrella es un deseo de oasis
O banderas de presagio y de muerte
Tengo una atmósfera propia en tu aliento
La fabulosa seguridad de tu mirada con sus constelaciones íntimas
Con su propio lenguaje de semilla
Tu frente luminosa como un anillo de Dios
Más firme que todo en la flora del cielo
Sin torbellinos de universo que se encabrita
Como un caballo a causa de su sombra en el aire
Te pregunto otra vez
¿Irías a ser muda que Dios te dio esos ojos?
Tengo esa voz tuya para toda defensa
Esa voz que sale de ti en latidos de corazón
Esa voz en que cae la eternidad
Y se rompe en pedazos de esferas fosforescentes
¿Qué sería la vida si no hubieras nacido?
Un cometa sin manto muriéndose de frío
Te hallé como una lágrima en un libro olvidado
Con tu nombre sensible desde antes en mi pecho
Tu nombre hecho del ruido de palomas que se vuelan
Traes en ti el recuerdo de otras vidas más altas
De un Dios encontrado en alguna parte
Y al fondo de ti misma recuerdas que eras tú
El pájaro de antaño en la clave del poeta
Sueño en un sueño sumergido
La cabellera que se ata hace el día
La cabellera al desatarse hace la noche
La vida se contempla en el olvido
Sólo viven tus ojos en el mundo
El único sistema planetario sin fatiga
Serena piel anclada en las alturas
Ajena a toda red y estratagema
En su fuerza de luz ensimismada
Detrás de ti la vida siente miedo
Porque eres la profundidad de toda cosa
El mundo deviene majestuoso cuando pasas
Se oyen caer lágrimas del cielo
Y borras en el alma adormecida
La amargura de ser vivo
Se hace liviano el orbe en las espaldas
Mi alegría es oír el ruido del viento en tus cabellos
(Reconozco ese ruido desde lejos)
Cuando las barcas zozobran y el río arrastra troncos de árbol
Eres una lámpara de carne en la tormenta
Con los cabellos a todo viento
Tus cabellos donde el sol va a buscar sus mejores sueños
Mi alegría es mirarte solitaria en el diván del mundo
Como la mano de una princesa soñolienta
Con tus ojos que evocan un piano de olores
Una bebida de paroxismos
Una flor que está dejando de perfumar
Tus ojos hipnotizan la soledad
Como la rueda que sigue girando después de la catástrofe
Mi alegría es mirarte cuando escuchas
Ese rayo de luz que camina hacia el fondo del agua
Y te quedas suspensa largo rato
Tantas estrellas pasadas por el harnero del mar
Nada tiene entonces semejante emoción
Ni un mástil pidiendo viento
Ni un aeroplano ciego palpando el infinito
Ni la paloma demacrada dormida sobre un lamento
Ni el arco-iris con las alas selladas
Más bello que la parábola de un verso
La parábola tendida en puente nocturno de alma a alma
Nacida en todos los sitios donde pongo los ojos
Con la cabeza levantada
Y todo el cabello al viento
Eres más hermosa que el relincho de un potro en la montaña
Que la sirena de un barco que deja escapar toda su alma
Que un faro en la neblina buscando a quién salvar
Eres más hermosa que la golondrina atravesada por el viento
Eres el ruido del mar en verano
Eres el ruido de una calle populosa llena de admiración
Mi gloria está en tus ojos
Vestida del lujo de tus ojos y de su brillo interno
Estoy sentado en el rincón más sensible de tu mirada
Bajo el silencio estático de inmóviles pestañas.
Viene saliendo un augurio del fondo de tus ojos
Y un viento de océano ondula tus pupilas.
Nada se compara a esa leyenda de semillas que deja tu presencia
A esa voz que busca un astro muerto que volver a la vida
Tu voz hace un imperio en el espacio
Y esa mano que se levanta en ti como si fuera a colgar soles en el aire
Y ese mirar que escribe mundos en el infinito
Y esa cabeza que se dobla para escuchar un murmullo en la eternidad
Y ese pie que es la fiesta de los caminos encadenados
Y esos párpados donde vienen a vararse las centellas del éter
Y ese beso que hincha la proa de tus labios
Y esa sonrisa como un estandarte al frente de tu vida
Y ese secreto que dirige las mareas de tu pecho
Dormido a la sombra de tus senos
Si tú murieras
Las estrellas a pesar de su lámpara encendida
Perderían el camino
¿Qué sería del universo?



Vicente Huidobro

Sirva como recuerdo y homenaje a Carlos Casares

Homenaxe

18 de Mayo de 2017 a las 0:15
Onte, en Arteixo, na comida que seguiu aos actos académicos de celebración do Día das Letras Galegas, tiven a sorte de compartir mesa con Francisco Xavier Río Barxa, que foi profesor meu de Xeografía na Facultade de Letras, que logo fomos —e somos— compañeiros na Real Academia e que desde hai moito tempo somos tamén amigos. Non sei de ninguén que coñeza Galicia coma el, monte a monte, río a río, val a val, nin que se emocione tanto nin tan discretamente ao describila. Escoitalo é como viaxar sen moverse do sitio, como facían aqueles cabaleiros ingleses que percorrían o mundo imaxinando paisaxes, sentados ao pé da cheminea.
Durante o xantar falou da realidade xeolóxica do noso país, cando era completamente plano ata que se quebrou a inmensa plataforma de pedra de gra sobre a cal se asentaba e apareceron as montañas. Pero sobre todo falou da xente e do que homes e mulleres levan traballado esta terra, que contribuíron a formar coas súas mans, tan duramente.
Puxo o exemplo de Chagoazoso, a poboación máis alta de Galicia, situada por riba dos mil douscentos metros e colgada sobre o río Bibei. A primeira vez que estivo alí sorprendeuse de que setecentos metros máis abaixo, os seus habitantes cultivasen a vide e collesen viño a base dun esforzo inmenso, acarrando terra para facer posible o milagre. Intrigado, preguntou e respondéronlle: “Señor, non estaría ben que non houbese un vaso de viño para quen veña petar á porta da casa”. Dicía Río Barxa que alguén se debía de preocupar de poñer alí un monolito de homenaxe a aquela xente. Estou de acordo. Eu contribúo modestamente dedicándolles esta columna.
Esta columna publicouse orixinalmente o 18 de maio de 2000.

Vivir en democracia

"También los que menos nos gustan son paisanos nuestros: vivir en democracia es renunciar a decidir quién merece habitar la tierra y quién no. Por eso consideramos abominablemente equivocados a los racistas y también a los que sustituyen el racismo clásico por la lucha de clases o castas para establecer quién es digno de habitar la política."

Ayer en la sección Opinión de El País por Fernando Savater (San Sebastián, 1947) es escritor, filósofo, novelista y ensayista.

¡Ay, flores!, ¡ay, flores del verde pino!,

Cantigas de amigo


—Ai flores, ai flores do verde pinho,
se sabedes novas do meu amigo?
Ai, Deus, e u é?
Ai flores, ai flores do verde ramo,
se sabedes novas do meu amado?
Ai, Deus, e u é?
Se sabedes novas do meu amigo,
aquel que mentiu do que pôs comigo?
Ai, Deus, e u é?
Se sabedes novas do meu amado,
aquel que mentiu do que a mi á jurado?
Ai, Deus, e u é?
—Vós me preguntades polo voss’ amigo,
e eu ben vos digo que é sã’ e vivo.
Ai, Deus, e u é?
E eu ben vos digo que é sã’ e vivo
e seerá vosc’ ant’ o prazo saido.
Ai, Deus, e u é?
E eu ben vos digo, que é viv’ e são
e s[e]erá vosc’ ant’ o prazo passado.
Ai, Deus, e u é?
[Rey Don Denís]
  xxxx  0000  xxxx   0000  xxxx
¡Ay, flores!, ¡ay, flores del verde pino!,
si sabéis novedades de mi amigo.
¡Ay, Dios!, ¿y dónde está?
¡Ay, flores! ¡ay, flores del verde ramo!,
si tenéis noticias de mi amado.
¡Ay, Dios!, ¿y dónde está?
Si sabéis nuevas de mi amigo,
aquel que mintió de lo que estuvo conmigo.
¡Ay, Dios!, ¿y dónde está?
Si sabéis novedades de mi amado,
aquel que mintió de lo que me ha jurado.
¡Ay, Dios!, ¿y dónde está?
—Vos que preguntáis por vuestro amigo,
yo bien os digo que está sano y vivo.
¡Ay, Dios!, ¿y dónde está?
Y yo bien os digo que está sano y vivo
y estará con vos antes de que acabe el plazo.
¡Ay, Dios!, ¿y dónde está?
Y yo bien os digo que está vivo y sano
y estará con vos antes de que sea el plazo pasado.
¡Ay, Dios!, ¿y dónde está?
[Rey Don Denís]



También Don Dinís. Es el rey Dionisio I de Portugal, apodado el Labrador (1261-1325), sexto monarca de Portugal. Era el hijo mayor del rey Alfonso III el Boloñés y de su segunda esposa, Beatriz de Castilla, por lo que era nieto de Alfonso X. Sucedió a su padre en el trono en el año 1279. Se casó con Isabel, hija de Pedro III de Aragón, llamada la Rainha Santa, que peregrinó a Compostela tras la muerte de su esposo, que también era muy devoto del Apóstol.
Fue un rey muy importante en la consolidación literaria del portugués. En su corte se cultivó la poesía trovadoresca y por ella pasaron numerosos trovadores y juglares, de hecho él mismo fue un prestigioso trovador de todos los géneros. Deja una gran cantidad de obras de las que los cancioneros recopilan un total de 138, distribuidas en todos los tipos: 73 cantigas de amor, 51 cantigas de amigo, 10 cantigas de escarnio y maldecir, tres pastorelas y una alba. Siete de sus cantigas nos han llegado con su música original descubiertas por el profesor Harvey L. Sharrer en el Arquivo Nacional da Torre do Tombo de Lisboa, en un pergamino que servía de cubierta a un libro de registros notariales del siglo XVI y al que se le dio el nombre de Pergamino Sharrer, un caso similar al de las cantigas de Martín Codax. En su época, Lisboa fue uno de los centros europeos de la cultura y el conocimiento. Fundó la Universidad de Coimbra y mandó traducir las obras más importantes del saber de su tiempo, de modo que su corte fue uno de los mayores centros literarios de la Península Ibérica y de Europa. Como sucede con otros trovadores, su obra se difundió por el Camino. (http://xacopedia.com)


Oh dulces prendas por mi mal halladas

¡Oh dulces prendas por mi mal halladas,
dulces y alegres cuando Dios quería,
juntas estáis en la memoria mía
y con ella en mi muerte conjuradas!
¿Quién me dijera, cuando las pasadas
horas que en tanto bien por vos me vía,
que me habiades de ser en algún día
con tan grave dolor representadas?
Pues en una hora junto me llevastes
todo el bien que por términos me distes,
lleváme junto el mal que me dejastes;
si no, sospecharé que me pusistes
en tantos bienes, porque deseastes
verme morir entre memorias tristes.

Garcilaso de la Vega

Garcilaso de la Vega fue el gran renovador de la poesía española del siglo XVI. Introdujo con acierto el estilo italianizante y transformó no solo la métrica, sino también el lenguaje y los temas de la poesía del momento. La belleza formal de sus composiciones y la elegancia de sus imágenes son algunas de las claves que explican por qué tanto su recreación del sentimiento como su retrato de la mujer amada forman parte ineludible del catálogo de la mejor literatura amorosa.

De una serie:
Mayo mes de flores y de los buenos amores, mayo, es.


Contemplando la cascada de la montaña de Lu Shan

El sol enciende el Incensario,
que exhala un vapor violáceo.
Lejos una cascada
cuelga de la montaña.
En un vertiginoso vuelo
rueda mil pies hacia abajo.
¿Estará la Vía Láctea cayendo
de lo más alto del cielo?

Po Li

Eres tan bella como una flor, pero las nubes nos separan


Traducción: Guojian Chen


Hijo de un acomodado comerciante, Li Po nació en la ciudad de Shuiye en el año 701. Durante su juventud vivió durante un tiempo como eremita y luego viajó por el país. En 742 se estableció en Changan, la capital del imperio Tang. Fue presentado al emperador y frecuentó la corte hasta que cayó en desgracia, y más tarde se le desterró temporalmente por su apoyo al príncipe Yong durante el estallido de una rebelión. Murió en el año 762. Le tocó vivir una época de paz y de relativa libertad ideológica que se tradujo, entre otras cosas, en la promoción de la poesía por parte de los emperadores. Escribió más de diez mil poemas, de los que se han conservado unos mil. Y en ellos abordó todos los temas: el amor, la nostalgia, el canto a la vida de los ermitaños, el elogio de los caballeros, la guerra, la Naturaleza, la vida en las regiones fronterizas y, como buen bebedor, los placeres del vino. Junto con su contemporáneo y amigo Du Fu está considerado uno de los poetas más importantes de la poesía china.

Es yelo abrasador, es fuego helado,

Es yelo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado;

es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde, con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado;

es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero parasismo;
enfermedad que crece si es curada;

este es el niño Amor, este es su abismo.
¡Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo!


Soneto de Francisco de Quevedo

quien traduce uno de Camoens ("Amor e fogo que arde sem se ver") cuyos antecedentes proceden del imitado soneto CIII de Petrarca ("Pace non trovo e non ò da far guerra".)

De una serie:
Mayo mes de flores y de los buenos amores, mayo, es.


(Para comentario de texto.)

El poema es un soneto, una composición culta renacentista, de origen italiano, que se introdujo en la poesía española a través del marqués de Santillana y que posteriormente, con gran éxito, incorporó de forma definitiva en el siglo XVI el poeta Garcilaso de la Vega, animado por su amigo Juan Boscán. Se utilizó mucho en el barroco y ha llegado hasta nuestros días.
El soneto es un poema estrófico que está formado por dos cuartetos y dos tercetos.
Todos los versos son endecasílabos, es decir, tienen once sílabas, como es usual en el soneto. Son, por tanto, versos de arte mayor.

Desmayarse, atreverse, estar furioso,

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.

Soneto 126 de las Rimas de Lope de Vega (1562-1635)

De una serie:
Mayo mes de flores y de los buenos amores, mayo, es.

Unos párrafos de la segunda carta

Todas las tardes, y cuando el sol comienza a caer, salgo al camino que pasa por delante de las puertas del monasterio para aguardar al conductor de la correspondencia que me trae los periódicos de Madrid. Frente al arco que da entrada al primer recinto de la abadía, se extiende una larga alameda de chopos tan altos que, cuando agita las ramas el viento de la tarde, sus copas se unen y forman una inmensa bóveda de verdura. Por ambos lados del camino, y saltando y cayendo con un murmullo apacible por entre las retorcidas raíces de los árboles, corren dos arroyos de agua cristalina y transparente, fría como la hoja de una espada y delgada como su filo. El terreno sobre el cual flotan las sombras de los chopos, salpicadas de manchas inquietas y luminosas, está a trechos cubierto de una yerba alta, espesa y finísima, entre la que nacen tantas margaritas blancas, que semejan a primera vista esa lluvia de flores con que alfombran el suelo los árboles frutales en los templados días de abril. En los ribazos, y entre los zarzales y los juncos del arroyo; crecen las violetas silvestres, que, aunque casi ocultas entre sus rastreras hojas, se anuncian a gran distancia con su intenso perfume; y, por último, también cerca del agua y formando como un segundo término, déjase ver por entre los huecos que quedan de tronco a tronco una doble fila de nogales corpulentos con sus copas redondas, compactas y oscuras.
Como a la mitad de esta alameda deliciosa, y en un punto en que varios olmos dibujan un círculo pequeño, enlazando entre sí sus espesas ramas, que recuerdan, al tocarse en la altura, la cúpula de un santuario; sobre una escalinata formada de grandes sillares de granito, por entre cuyas hendiduras nacen y se enroscan los tallos y las flores trepadoras, se levanta gentil, artística y alta, casi como los árboles, una cruz de mármol, que, merced a su color, es conocida en estas cercanías por la Cruz negra de Veruela. Nada más hermosamente sombrío que este lugar. Por un extremo del camino limita la vista el monasterio con sus arcos ojivales, sus torres puntiagudas y sus muros almenados e imponentes; por el otro, las ruinas de una pequeña ermita se levantan al pie de una eminencia sembrada de tomillos y romeros en flor. Allí, sentado al pie de la cruz, y teniendo en las manos un libro que casi nunca leo, y que muchas veces dejo olvidado en las gradas de piedra, estoy una o dos y a veces hasta cuatro horas aguardando el periódico. De cuando en cuando veo atravesar a lo lejos una de esas figuras aisladas que se colocan en un paisaje para hacer sentir mejor la soledad del sitio. Otras veces, exaltada la imaginación, creo distinguir confusamente, sobre el fondo oscuro del follaje, a los monjes blancos que van y vienen silenciosos alrededor de su abadía, o a una muchacha de la aldea que pasa por ventura al pie de la cruz con un manojo de flores en el halda, se arrodilla un momento y deja un lirio azul sobre los peldaños. Luego, un suspiro que se confunde con el rumor de las hojas; después…, ¡qué sé yo!…, escenas sueltas de no sé qué historia que yo he oído o que inventaré algún día; personajes fantásticos, que, unos tras otros; van pasando ante mi vista, y de los cuales cada uno me dice una palabra o me sugiere una idea: ideas y palabras que más tarde germinarán en mi cerebro y acaso den fruto en el porvenir.

Gustavo Adolfo Bécquer. Cartas desde mi celda.


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