El señor Rawlison, que en un principio temía que la vida al aire libre perjudicara la salud de su hijita, estaba contentísimo de ver lo cómoda que era aquella habitación, mil veces preferible a las oscuras y malsanas fondas de la ciudad.
El tiempo los ayudaba a sentirse a gusto. Medinet, asentada entre colinas de arena, en el desierto de Libia, tiene un clima mucho mejor que el de El Cairo, y con razón se la llama la «ciudad de las rosas». Gracias al abrigo de las colinas y a la humedad del ambiente, las noches no son tan frías como en el resto de Egipto. Merced a la profusión de jardines poblados de acacias, lilas y rosales, se respira un aire tan perfumado y saludable, que se siente un gran placer al aspirarlo, y «no se quiere morir», como dicen los naturales del país.
Heluán goza también de un clima muy semejante, pero la vegetación no iguala a la de Medinet. Además, su recuerdo era muy triste para el señor Rawlison, porque allí había perdido a su esposa. Por ello prefería instalarse en Medinet, y al ver el aspecto tan saludable de Nel, debido a la influencia de aquel clima, concibió el proyecto de comprar allí un jardín y edificar en él una casita en que pudiera pasar las vacaciones con su hija y el resto de sus días cuando llegara la vejez.
Mientras el ingeniero se entretenía en levantar castillos en el aire en su imaginación, los niños recorrían todos los rincones y lo registraban todo. Después de satisfacer su curiosidad, salieron al campo para ver los camellos alquilados, pero no los encontraron, porque los habían conducido a los pastos. En lugar de lo que buscaban encontraron, junto a la tienda, al hijo del portero que Rawlison tenía en Port Said, llamado Kamis, de quien el ingeniero solía servirse para recados, y cuya presencia no dejó de extrañarle, ya que el muchacho no pertenecía a la servidumbre de la agencia Cook. Sin embargo, como estaba contento de sus servicios, le admitió en su compañía mientras durasen sus vacaciones en Medinet.
A todo esto llegó la hora de la cena, en la cual la agencia no desmereció su crédito, gracias a la habilidad de un viejo cocinero copto.
En la mesa los niños relataron las impresiones del viaje: Nel refirió el encuentro con su pariente, lo cual alegró mucho al señor Rawlison, y Estasio, los ofrecimientos de su amigo el capitán Glen y su propósito de visitarle en Mombás, cuando fuera hombre. Su padre le advirtió que no se entusiasmara demasiado con tal idea, porque cuando llegara él a la mayoría de edad, el capitán habría cambiado mil veces de destino, o estaría en el otro mundo.
Terminada la cena salieron a sentarse un poco al aire libre.
Henryk Sienkiewicz
A través del desierto y de la selva
Narración de aventuras africanas a la vieja usanza y deliciosamente políticamente incorrecta. Egipto, 1885. Revuelta encabezada por el Mahdi, un sujeto que se autoproclama un enviado de Mahoma contra la dominación inglesa.
Stas y Nel, un chico polaco y una niña inglesa, hijos de ingenieros que trabajan en la construcción del canal de Suez, son raptados por los seguidores del Mahdi, pero logran huir.
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