Como si el progreso tuviera por eco la inmovilidad. Como si la Melancolía fuera el reverso de la Utopía. Como si un madero insalvable detuviera al corredor. Como si, en la meta, saludara al vencedor la tristeza. Como si el mundo, no sólo Zweifel, padeciera rinitis alérgica crónica.
Como había que pagar en divisas la emigración de los judíos de Dánzig, se comenzó a evaluar tierras y propiedades: los cementerios judíos de Langfuhr y Stolzenberg, las sinagogas dañadas junto al Mirchauer Weg, de Mattenbuden, en Zoppot, la sinagoga intacta cercana al Picadero, la logia borrusa junto a la puerta de Oliva y el terreno de la calle de los Húsares 7a se estimaron en unos 500 000 florines de Dánzig en números redondos; sin embargo, después de negociaciones con Kampe, el dirigente nacionalsocialista del distrito, en las que hubo de intervenir también el joven síndico Erwin Lichtenstein —«¡Qué pálido estaba mi marido al volver a casa!», dijo la señora Lichtenstein en Tel Aviv—, sólo quedó la pobre contraprestación de 330 000 florines. Se convino por contrato en que no se utilizarían las sinagogas para fines profanos, sino que serían demolidas. Los ex directores de la sinagoga y el cantor de la Gran Sinagoga, Leopold Schufftan, lloraron al parecer después de haber firmado… Así vendieron los judíos sus sinagogas, pagando con el producto el precio de una incierta emigración.
¡Jerusalén celeste!… ¿Qué fuentes pudo consultar Zweifel? ¿El viscoso viaje de Durero a los Países Bajos? «Regalé al agente de Portugal un pequeño Niño tallado, y le regalé también un Adán y Eva, el San Jerónimo en su estudio, el Hércules, el San Eustaquio, la Melancolía, la Némesis…». ¿O aprendió la tristeza de los príncipes de la tragedia alemana y descubrió retrospectivamente al caracol como alegoría barroca?
En la noche del 2 al 3 de marzo del treinta y nueve, Hermann Ott fue al depósito de aduanas del Motlava a presenciar la partida de quinientos judíos de Dánzig. En el lugar de reunión había como espectadores parientes y amigos de los quinientos, que se quedaban, altos funcionarios de policía y el cónsul general inglés Shepherd, que había ayudado a preparar el transporte, advirtiendo al mismo tiempo en contra de una entrada ilegal en Palestina, territorio bajo mandato. Sólo los dos médicos judíos autorizados, dos enfermeros, Bittner, director de la caja de ahorros nombrado comisario de asuntos judíos, varios funcionarios de policía y Heinz Kaminer, como representante de la comunidad judía, pudieron acompañar al transporte hasta el puerto de embarque. (Como siete de los alumnos de Zweifel y el verdulero Isaak Laban estaban entre los quinientos, el profesor adjunto había solicitado de las autoridades permiso para acompañar al grupo; su solicitud fue rechazada sin explicaciones). Los emigrantes debían ser llevados en autobuses a Marienburg, a través de la frontera del Estado Libre, y luego en un vagón precintado, pasando por Breslau, Viena y Budapest, al puerto de Reni en el Mar Negro. Allí (dijeron) el mercante Astir, de ochocientas toneladas, se haría cargo de ellos. No se habló oficialmente de su destino.
El ejemplo de dos caracoles de viña, que se transmiten mutuamente su semen y, después del intercambio, se fecundan a sí mismos, inspiró la especulación de Zweifel sobre el hermafroditismo de Melancolía y Utopía. Cuadros y curvas: ya se perfilaba (esquemáticamente) el fin de los sexos, la redención.
Cuando, después del embarque de los quinientos, los acompañantes volvieron a Dánzig, Heinz Kaminer informó a los presidentes de las comunidades: con tabiques de madera habían preparado el mercante Astir para acoger personas. Habían alojado a los hombres a proa y a las mujeres a popa.
Fritz Gerson, que había observado cómo se reproducen los caracoles de viña, contradijo a Zweifel, calificando su transposición del hermafroditismo del terreno de la Naturaleza al de la Mitología de descuidada y poco científica.
Cuando los emigrantes se habían reunido en grupos delante de los autobuses, el profesor adjunto Ott dijo a sus alumnos: «Escribidme en el camino o en cuanto lleguéis». Y Simon Kurzmann, cuyas calificaciones escolares regulares podían considerarse como prueba de seriedad, prometió darle noticias.
Günter Grass
Del diario de un caracol
Uno de los textos más personales del Premio Nobel alemán.
Ideado como un diario de la campaña electoral que realizó en 1969 a favor de la candidatura de Willy Brandt, trasciende por su complejidad la mera anécdota política, para instalarse entre el ensayo y la prosa poética.
En 1969, Günter Grass participa en la campaña electoral a favor del Partido Socialista de Alemania y, muy especialmente, de su amigo Willy Brandt. El diario de su gira le sirve luego para escribir un libro en el que las fronteras entre narrativa, política y autobiografía se confunden.
El autor se dirige a sus cuatro hijos —y, así, a las nuevas generaciones alemanas— para hablarles de la democracia y de los horrores del Tercer Reich. Y crea una historia: la del profesor de instituto Hermann Ott, llamado «Zweifel» (duda), que apoyó a los judíos de Dánzig durante su persecución y expulsión.
Para Grass, el riesgo está siempre en los extremos. El simbolismo político del caracol resulta claro: en la historia del progreso no hay saltos sino un lento deslizarse hacia adelante, y desde esa idea lucha contra quien pretenden sobrepasarlo por la izquierda o la derecha.
«Sólo quien se ha sentado en una vacía concha de caracol y ha vivido en el lado de sombra de la Utopía puede medir el progreso».
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