Terry se acercó y le guiñó el ojo para que se estuviera tranquilo, que no querían esa clase de conversación en un local respetable con todas las licencias. Y Bob Doran empieza a lloriquear por Paddy Dignam, tan verdad como que estás ahí.
—El hombre mejor que ha habido —dice, gimoteando—, el mejor carácter, el más puro.
Las jodidas lágrimas en el bolsillo. Diciendo majaderías. Más le valía irse a su casa con esa putilla callejera con que está casado, Mooney, la hija del ujier. La madre tenía una casa de putas en la calle Hardwicke donde andaba por el descansillo, que me lo contó Bantam Lyons que se había parado allí, a las dos de la mañana, como la parió su madre, enseñando su persona, entrada libre a todos, igualdad de oportunidades y no hay de qué.
—El más noble, el más leal —dice—. Y se ha ido, el pobrecillo Willy, el pobrecillo Paddy Dignam.
Y doliente y con el corazón oprimido lloraba la extinción de ese fulgor del cielo.
El viejo Garryowen empezó a gruñir otra vez a Bloom, que daba vueltas por la puerta.
—Entre, venga, que no le come —dice el Ciudadano.
Conque Bloom se escurre adentro con sus ojos de besugo en el perro y le pregunta a Terry si estaba Martin Cunningham.
—Ah, Cristo MacKeown —dice Joe, leyendo una de las cartas—. Oíd ésta, ¿queréis?
Y empieza a leer una en voz alta:
7, Hunter Street, Liverpool
Al Sheriff Jefe de Dublín, Dublín.
Respetable señor deseo ofrecer mis serbicios en el lamentable caso susodicho yo aorqué a Joe Gann en la cárcel de Bootle el 12 de febrero de 1900 y yo aorqué…
—Enséñanos, Joe —digo yo.
—… al soldado Arthur Chace por el asesinato con agrabantes de Jessie Tilsit en la cárcel de Pentonville y fui alludante cuando…
—¡Jesús! —digo yo.
—… Billington egecuto al terrible asesino Toad Smith…
El Ciudadano echó mano a la carta.
—Espere un poco —dice Joe—: tengo una abilidad especial para poner el lazo que cuando se mete ya no se puede escapar esperando ser favorecido quedo, respetable señor, mis onorarios es cinco guineas.
H. Rumbold
Maestro Barbero
—Y un bárbaro con esas barbaridades es también ese barbero —dice el Ciudadano.
—Y qué garrapateos más sucios hace el desgraciado —dice Joe—. Ea, quitamelos de la vista, al demonio, Alf. Hola, Bloom —dice—, ¿qué va a tomar?
Así que empezaron a discutir la cosa, Bloom diciendo que no quería y no podía y que le excusara sin tomarlo a mal y todo eso y luego dijo bueno que tomaría un cigarro. Coño, es un tío prudente, no cabe duda.
—Danos uno de esos malolientes de primera, Terry —dice Joe.
Y Alf nos estaba contando que había un tío que había mandado una tarjeta de luto con el borde negro alrededor.
—Son todos barberos —dice—, que vienen de esa región tiznada, y ahorcarían a su padre por cinco pavos al contado y gastos de viaje.
Y nos contaba que hay dos tíos esperando abajo para tirarle de los talones cuando le dejan caer y estrangularle como es debido y luego cortan la cuerda en pedazos y venden los pedazos a unos pocos chelines por cabeza.
En la tierra oscura residen, los vengativos caballeros de la navaja de afeitar. Su mortal rollo de cuerda agarran: oh sí, y con él conducen al Erebo a cualquier ser humano que haya cometido acción de sangre pues de ninguna guisa lo he de sufrir así dijo el Señor.
James Joyce
Ulises
La obra monumental de James Joyce. Ulises es el relato de un día en la vida de 3 personajes: Leopold Bloom, su mujer Molly y el joven Stephen Dedalus. Un viaje de un día, una Odisea inversa, en la que los temás tópicamente homéricos se invierten y subvierten a través de un grupo decididamente antiheroico cuya tragedia raya la comicidad. Relato paródico de la épica de la condición humana y de Dublín y sus buenas costumbres cuya estructura, desbordantemente vanguardista, avisa a cada rato de su dificultad y exige la máxima dedicación. Ulises es un libro altisonante, soez y erudito donde los haya que ofrece una literatura distinta, extraña, ocasinalmente molesta y sin duda excepcional.
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