En 1811, cierto capitán Haywood, a bordo del Nereus, visitó
Tristán da Cunha. Encontró allí a tres norteamericanos que vivían en la isla y
se dedicaban a curtir pieles de foca y a almacenar aceite. Uno de ellos,
llamado Jonathan Lambert, se decía soberano de aquella tierra. Había despejado
y cultivado unos sesenta acres, ocupándose del cultivo de café y caña de
azúcar, que le habían sido proporcionados por el ministro norteamericano en Río
de Janeiro. Pero la colonia fue finalmente abandonada, y en 1817 el Gobierno
inglés tomó posesión de las islas, enviando a tal efecto un destacamento desde
el cabo de Buena Esperanza. No las retuvo mucho tiempo, sin embargo, pero
cuando evacuó la región, renunciando a su dominio, dos o tres familias inglesas
se instalaron allí con independencia del Gobierno. El 25 de marzo de 1824, el Berwick, al mando del capitán Jeffrey, que
había zarpado de Londres con destino a la tierra de Van Diemen, llegó a las
islas, encontrándose a un inglés llamado Glass, ex cabo de artillería, quien
sostenía ser el gobernador supremo de las islas, y tenía bajo su mando a
veintiún hombres y tres mujeres. Dicho personaje dio informes muy favorables
sobre el clima y la productividad del suelo. La población se ocupaba
principalmente de la caza de la foca y del acopio de aceite de elefante marino,
traficando con el cabo de Buena Esperanza, pues Glass era dueño de una pequeña
goleta.
Cuando llegamos nosotros, el gobernador residía aún en la
isla, pero su pequeña comunidad se había multiplicado y había 56 personas en
Tristán da Cunha, fuera de una pequeña colonia de siete almas en Nightingale
Island. No tuvimos dificultades en procurarnos todas las vituallas que
necesitábamos; ovejas, cerdos, novillos, conejos, aves, cabras, pescado de
diversas clases y vegetales abundaban muchísimo. Como habíamos fondeado cerca
de la isla principal, con un fondo de 18 brazas, pudimos embarcar todas las
provisiones sin inconvenientes. El capitán Guy compró además a Glass 500 pieles
de foca y algo de marfil. Nos quedamos una semana, durante la cual soplaron
vientos del norte y del oeste, y el tiempo se mostró algo brumoso. El 5 de
noviembre izamos velas y rumbeamos hacia el sur y el oeste, con intención de
buscar un archipiélago denominado islas Auroras, sobre cuya existencia las
opiniones estaban muy controvertidas.
Narración de Arthur
Gordon Pym de Edgar Allan Poe
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