Pero las gramáticas no se ocupan de los niños, sino es para procurarles problemas en la escuela.

UN VERBO PARA JUGAR
 (véase cap. 33: El niño como protagonista)
«Los niños saben más que la gramática», escribía yo el 28 de enero de 1961, en un artículo publicado en «Paese Sera», dedicado a ese pretérito imperfecto que los niños usan «cuando asumen una personalidad imaginaria, cuando entran en la fábula, justo en el umbral, donde tienen lugar los últimos preparativos antes del juego». Aquel imperfecto, hijo legítimo del «Érase una vez…» con que comienzan los cuentos, es así un presente especial, un tiempo inventado, un tiempo, un verbo para jugar; para la gramática, un presente del pasado. Pero los vocabularios y gramáticas parecen ignorar este presente del pasado, este uso del pretérito imperfecto. Cappellini, en su útil Dizionario Grammaticale, registra hasta cinco usos del pretérito imperfecto, y el quinto es definido como «el tiempo clásico de las descripciones y de las fábulas», pero se olvida de los juegos de los niños. Panzini y Vicinelli (véase La Parola e la Vita) están casi a punto de hacer el descubrimiento definitivo cuando dicen que el imperfecto «circunscribe los momentos decisivos de las evocaciones y de los recuerdos poéticos», y más aún cuando recuerda que «fábula» viene del latín «fari», esto es: hablar («fábula»: la cosa dicha…); pero no llegan a clasificar un «imperfecto fabulativo».
Giacomo Leopardi, que para los verbos tenía un oído verdaderamente fabuloso, llega a descubrir en Petrarca un imperfecto con significado de condicional pasado: «Ch’ogni altra sua voglia / era a me morte, e a lei infamia rea» (aquí: «era a me morte» —«era para mí la muerte»— debe ser interpretado como «sarebbe stata la morte per me»: «habría sido la muerte para mí»). Pero se ve que Leopardi no prestaba atención al verbo de los niños, cuando los veía saltar y jugar «tumultuosamente en la plaza», y era feliz con su «alegre rumor». Y pensar que, tal vez, entre aquel «alegre rumor», se podía oír la voz de un niñito que proponía un juego: «Yo era el jorobado, ¡sí!; el condesito jorobado…»
Toddi, en su Grammatica rivoluzionaria, llega casi a describir nuestro «imperfecto», con una imagen feliz: «El pretérito imperfecto es usado a menudo como fundamento escénico, en torno del cual discurre el resto de la historia…» Cuando el niño dice «yo era», de hecho, destaca aquel fundamento o fondo escénico, cambia la escena. Pero las gramáticas no se ocupan de los niños, sino es para procurarles problemas en la escuela.

Gianni Rodari
Gramática de la fantasía
Introducción al arte de inventar historias

Debemos considerar «Gramática de la Fantasía», como un clásico del prestigioso escritor italiano, en él se encarga de difundir una serie de técnicas cuyo objetivo principal está centrado en el desarrollo de la creatividad de los niños, en el momento de escribir historias y relatos fantásticos. Gianni Rodari demuestra a través de una selección de actividades cómo se ponen en juego los mecanismos fantásticos y analiza los «secretos» de la creación literaria para que los educadores puedan trabajar «la escritura» en las aulas, proveyendo a la invención de cuentos y narraciones cargadas de diversión y entusiasmo. Esta obra, producto de las investigaciones realizadas por Rodari, ejemplifica a través de situaciones concretas, desarrolladas en escuelas italianas, estrategias de trabajo conjunto entre docentes y alumnos. Rodari dice en el prefacio de su obra «… se habla aquí de algunas formas de inventar historias para niños y de cómo ayudarles a inventarlas ellos solos…» y que además espera que… «estas páginas puedan ser igualmente útiles a quien cree en la necesidad de que la imaginación ocupe un lugar en la educación: a quien tiene confianza en la creatividad infantil…». Las técnicas que se explicitan en este libro son: el binomio fantástico, la hipótesis fantástica, el juguete como personaje, el niño como protagonista, el tratamiento de cuentos clásicos, fábulas, personajes de diversos materiales, la construcción de adivinanzas, de limerick, historias equivocadas y muchas más. «Gramática de la fantasía» ya es un clásico que no debe faltar en la biblioteca de todo docente preocupado por desarrollar la escritura espontánea. Servirá de instrumento para incrementar la imaginación, desde una propuesta práctica y reflexiva, convirtiéndose además, en un valioso material a tener en cuenta a la hora de promover espacios de acercamiento a la lectura.

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