Pues una sonrisa si que me provocan estos comentarios del siglo XIX


* Hemos observado que todas las noches que dan en el Príncipe la ópera de Guillelmo Tell (sic), cada candileja se convierta en una chimenea de la cual se desprende una manga de humo muy poco agradable, en verdad, al olfato: y como en esta ópera se multiplica considerablemente el número de las luces, resulta que en breve rato se impregna la atmósfera del teatro de un tufo que, aunque profanos en el arte médico, nos inclinamos a opinar que no deberá de ser saludable para los pulmones enfermizos, ni de un efecto muy ventajoso para la tez delicada de nuestras damas.
* Es indudable que quedarán en el teatro del Príncipe los dos hermanos D. J. y D. F, Romea, y damos por ello a la empresa la más sincera enhorabuena. El primero de estos dos jóvenes actores nos parece digno de todo elogio, y lo mismo diríamos del segundo si renunciara de una vez a imitar en todo a su maestro en el arte que profesa.
* Se asegura que quedará jubilada la Sra. Antera Baus; y aunque hacemos justicia al mérito de esta actriz, nos parece, sin embargo, que es ya tiempo de que empiece á dormir sobre sus laureles.
* Se asegura que el Sr. Blanchard está pintando las decoraciones que se han de estrenar muy en breve en un drama en cinco jornadas, de uno de nuestros poetas más acreditados. Su título es, si no nos equivocamos, D. Alvaro o la Fuerza del Sino, No creemos inútil decir que este drama está compuesto en el sentido de las modernas doctrinas literarias: ni podemos menos de dar el parabién a la empresa por haber recibido en su repertorio una obra original española. Es una circunstancia que se presenta con tan poca frecuencia, que sería una injusticia no hacer mención de ella. (El Artista, revista literaria de 1835 dentro de la sección Variedades. En este primer número aparece también la Canción del Pirata de Espronceda. Origen, Hemeroteca Nacional)

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