El placer que proporciona la lectura puede ser tan intenso
que se cuenta que uno de los más grandes teóricos en descifrar textos literarios en el
siglo pasado, Mijaíl Bajtín, se
entretuvo tanto con aquella actividad que se olvidó de transcribir a texto interpretativo las
notas que le había sugerido la lectura del Quijote, con lo que perdimos un
punto de vista esencial sobre esta novela.
Yo de lo que
padezco es del placer demorado de la lectura, tengo tantos libros y otros impresos comenzados
a leer encima de mi mesa, que para continuar leyéndolos no encuentro ese
momento de enganche que evidentemente me reportaría esa satisfacción. ¡Qué se
le va a hacer! Me conformaré con leer un poema de Juan Ramón Jiménez o de Pessoa
que en eso se tarda poco; menos que en ponerme los calcetines por la mañana.
(MMV 10/2013)
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