«Pasé por aquí, pasé por allá, me calcé y se me rompió el calzado».

Entrevista con Fadela
Pregunta: Fadela, ¿quién te contaba los cuentos?, ¿de quién los aprendiste?
Respuesta: Los cuentos los empecé a aprender y a contar cuando ya era mayorcita [a partir de 10 años]. Como siempre he trabajado rodeada de mujeres, en los momentos de descanso, en vez de criticar a la gente, meternos con unos y con otros, nos poníamos a contar cuentos.
Y el recuerdo más vivo que tengo es cuando estuve ingresada en el hospital por una operación. Conocí a una mujer en el hospital y matábamos el tiempo contándonos cuentos. Sobre todo ella a mí. Me contaba cuentos de muchas clases, sobre todo de los hombres de los que no hay que fiarse, cuentos de amistad entre mujeres. Los cuentos que me contaba le recordaban momentos de su propia vida, que también me contaba.
P: Cuando eras pequeña, ¿no te contaban cuentos tus padres, tus abuelos, etc.?
R: No, no recuerdo que ningún miembro de mi familia me haya contado cuentos. Nadie me contaba cuentos.
P: ¿No recuerdas que a los cuatro o cinco años tu abuela o tu madre te contasen cuentos?
R: No. Yo me crié en el campo con mi abuela y mi abuela no me contaba cuentos, porque las historias que sabía eran verdaderas y no las contaba por miedo. Decía que no tenía que hablar, que no podía contarlas. Nos entretenía, más bien, con adivinanzas.
P: ¿Para qué sirve contar cuentos?, ¿qué sientes cuando los cuentas?
R: Sirve para entretenerse uno mismo en vez de andar hablando mal de la gente.
P: Y ¿qué sientes cuando los cuentas?
R: Me meto tan dentro de los cuentos que parece que son historias que me pasan a mí. Prefiero que alguien se ponga a contarme cuentos a que alguien se ponga a criticarme.
P: Y todos los cuentos que te han contado, cuando tú los cuentas, ¿los cambias?
R: No. Creo que no hay ningún cambio. Igual que me los cuentan ellas, los cuento yo. La mujer que me dejó tan buen recuerdo con sus cuentos en el hospital, tenía sesenta y cinco años. Tenía un negocio de preparación de bodas, desde la comida hasta poner guapa a la novia, vestirla y todo eso. Ella misma tenía gente trabajando.
P: ¿Ves si hay mucha diferencia entre cuentos de niños, de mayores, de espíritus…?
R: Sí, hay mucha, porque hay muchos cuentos de mayores que son verdes, pero yo sé que tú no te estás dedicando ahora a esos cuentos…
P: ¿Hay cuentos que dan mala suerte o buena suerte, que influyen de alguna manera en la que los cuenta?
R: Sí. Hay cuentos así. De hecho, cuando se acaba un cuento siempre se dice: «Pasé por aquí, pasé por allá, me calcé y se me rompió el calzado».
P: ¿Y qué significa exactamente esa frase?
R: No lo sé, pero siempre terminan los cuentos así. Por ejemplo en Timsaman dicen: «Pasé por un río, y pasé por otro, iba calzada pero se me rompió». Esto quiere decir que el que se calza tiene unos zapatos nuevos y se le rompen.
Alhucemas, casa de la entrevistada, 21 de agosto de 2002

Anónimo
Cuentos populares del Rif
Contados por mujeres cuentacuentos
Zoubida Boughaba Maleem (recopilación)

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