Cuando el proyecto de fuga parecía diluirse en una difusa preocupación, ha llegado el indulto y la orden de traslado.

3 de agosto
Cuando el proyecto de fuga parecía diluirse en una difusa preocupación, ha llegado el indulto y la orden de traslado. Para todos. Se ha decretado la movilización general. Parece que la guerra es inevitable. El 31 de julio cayó el fortín Boquerón en poder de una poderosa fuerza operativa del enemigo. Quiñónez nos leyó el parte del Comando, captado en Concepción. Esta vez no se trata de una simple escaramuza. Evidentemente, la irrupción boliviana cierra sus dispositivos para cortar el río Paraguay, nuestro vulnerable espinazo de agua. Si llegan a tener su control, podrán doblar en dos al país y metérselo en el bolsillo.
Nos mandan al Chaco. Allá seremos más útiles que aquí. Las previsiones del Zurdo se están cumpliendo. Pero también las de los otros. Así que las divergencias se han superado de golpe. Ya no hay discusiones políticas. Colorados, liberales y apolíticos están en paz. Guerreristas y antiguerreristas. Todos de acuerdo, eufóricos, como si realmente hubiéramos recuperado la libertad. Hasta han vuelto a dirigirme la palabra. Quiñónez nos trata de nuevo como a camaradas.

Augusto Roa Bastos
Hijo de hombre


A través de la voz vertebradora de Miguel Vera, la novela Hijo de hombre despliega ante el lector las vivencias de una serie de personajes que sufren, aman, anhelan la libertad y se muestran solidarios durante el difícil y violento período de la historia de Paraguay que se inicia con la independencia del país y que tiene su punto final en la Guerra del Chaco, conflicto en el que Augusto Roa Bastos participó entre 1932 y 1935, y a causa del cual aborrecía toda expresión de violencia. La quintaesencia de Roa Bastos, un consumado autor de cuentos, se encuentra en Hijo de hombre, una obra fundacional que, aunque está concebida como una novela, fundamenta su estructura en nueve historias distintas que se desarrollan a lo largo de tres generaciones, separadas en el tiempo, pero a la vez interconectadas entre sí.
Con esta narración, el autor paraguayo se erigió por primera vez en portavoz de su país y de sus gentes para defender su condición humana, su religión, sus lenguas y su cultura popular.
«Con procedimientos distintos a los del historiador o cronista, Roa Bastos ha trazado un inmenso fresco de la intrahistoria de su patria, gracias al conjunto total de su peculiar literatura».

TRINIDAD BARRERA LÓPEZ

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