Si fuera febrero y la hilera de almendros del sendero
hubiera florecido cubriendo de gloria sus ramas y el olor dulzón el aire que te
rodea te arropara sutilmente y tus oídos se llenaran del persistente zumbar de
abejas y tuvieras sueño, no podrías dormir aún bajo sus copas, el suelo estará
helado y la tierra dura pero si podrías llevar a casa el zurear de las palomas
y el trino de las amorosas avecillas (MMV)
En Quimera
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En el número 496 de la revista Quimera se ha publicado esta nota sobre *Meditaciones
del lugar*.
Gracias, Álex Chico.
*Si una de las tareas más apasiona...
Hace 23 horas
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