Las más divertidas historias del aguardiente

Sin esforzar la memoria puedo asegurar que mil veces fue de los nuestros más un tal Odiseo que un tal Aquiles. Éste tenía algunas partes blandas: Patroclo y un talón. Aquel… que yo sepa ninguna: ya le podían ofrecer a catar jovencillas mayores de edad (eso sí) que tal cual las probaba dos o trescientas veces siempre quería terminar la, en otrora, coyunda  recién comenzada  en Ítaca y abandonada por las prisas de una guerra. Penélope estaba buena, así lo afirmaban los parroquianos del bar “La Playa”, sin haber ninguno gastado la vista en contemplarla. Lo del telar, el tejer y destejer fue historieta del capellán de palacio un pobre niño de conventos (engendrado y colocado en el mismo lugar) devenido en propietario de todos los secretos de frailes, monjas y capellanes y, por alejarlo de si, colocado en el palacio del gerifalte Ulises en su ausencia. (Una historia digna de Telecinco) (seguiré)

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