De caballeros y enamoramientos fulminantes



Estoy leyendo ‘La muerte del rey Arturo’ en la segunda edición que Carlos Alvar preparó para Alianza allá por 1981.
Galván, caballero de La Mesa Redonda declara su amor a una doncella: “Soy, le respondió, un caballero; me llamo Galván y soy sobrino del rey Arturo; os amaría con amor, si quisierais, de tal forma que, en tanto que durara mi amor y el vuestro, yo no amaría a otra doncella que a vos y, además, sería vuestro caballero, dispuesto a hacer toda vuestra voluntad”… Aquí las calabazas: “Señor, le responde, porque aunque me amaseis tanto que os estallara el corazón, no podríais llegar a mí de ninguna manera, pues amo a un caballero al que no faltaría por nada del mundo; y así os digo que aún soy doncella y que nunca amé hasta que le vi, pero a partir de ese momento le amé y le pedí que hiciera armas por mi amor en este torneo; él dijo que así lo haría” La muerte del rey Arturo. Edición y traducción Carlos Alvar. Alianza Tres.
Digo yo que la declaración de Galván bien podía sustituir a la de san Pablo cuando la boda es por lo civil y o notarial aunque el amor de Galván no parece que sea para siempre "en tanto que durara mi amor y el vuestro"... parece indicar que habría que llegar a las capitulaciones matrimoniales ya en cualquiera de los siglos anteriores al XII que es cuando está escrito... Lo otro es la dudosa existencia de tal Arturo y sus caballeros al igual que la del señor Quijano, Quesada o Quijada que en vacaciones se entretenía con un amigo en hacer turismo rural por la Mancha.

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