Si es cierto que en el anterior apunte sobre la mañana
previa al día de la salida de Alonso le habían visto espantando moscas en la
iglesia durante la primera y única misa que ese día oficiaría su amigo y
confidente Pedro Pérez con quien tenía que hablar de un asunto que le causaba
cierto desasosiego y que tenía que ver con su sobrina y una charla que esta había
mantenido con el ama y que él había medio escuchado e interrumpido por presencia.
La iglesia de Miguel Esteban que hoy podéis contemplar no
es exactamente igual a la que acudiera aquella mañana el bueno de Alonso, el
tiempo y los sucesivos curas de la localidad le han conferido el actual aspecto.
Sobre las cuatro mujeronas ya llegará en su momento el
comentario, baste saber por ahora que una era la madre del bachiller Sansón. La
semidoncella es la que ahora nos interesa traer a la luz. Era natural de la
vecina localidad del Toboso, soltera con cuarenta años ya cumplidos y sin novio
ni pretendiente conocido ni por conocer, rolliza, fuerte y valiente respondía
al nombre de Aldonza y que era hija de Lorenzo Corchuelo y Aldonza Nogales,
esta ya fallecida, y aquel papando moscas en El Toboso por un aire que le dejó
tundido. Lorenzo le había comprado unas viñas a Alonso cuando este, gran
lector, hubo de venderlas para comprar unos libros de errantes que acababan de
llegar a manos de sus libreros de Alcalá y Toledo. Había sucedido esto haría
unos diez años cuando Aldonza acompañó a su padre en las gestiones para la
adquisición de las citadas tierras y Alonso la vio por primera vez. Esa mañana había salido de El Toboso, antes
de los gallos cantar, para resolver unos asuntos en Miguel Esteban con el
licenciado Pedro Pérez y esperaba al final de la misa para ello. También
Aldonza Lorenzo observó a Alonso haciendo aspavientos y no pensó en nada ya que
le traía sin cuidado aunque sí estuvo distraída un rato mientras el cura
terminaba con sus latines.
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