Una historia del día antes de (1)

Cuando uno tiene alma de aventurero es posible que todo lo que piense, proponga o realice pueda trastocarse en andanza, o correría, o peripecia, o episodio, o incidente, o lance, o en vicisitud, o avatar… Pongo como ejemplo al bueno de Alonso Quijano o Quesada el día antes de tomar la decisión que tomó… Aquella mañana había salido de su casa para ir a la iglesia a la prima misa ya que tenía que platicar con el cura de un asunto que le traía a mal traer desde hacía unos días. Desde su casa a la iglesia tenía que subir una cuestecilla discreta y al pasar por delante de la casa del labrador Panza se ofrecieron los buenos días sin más y uno se fue con el rucio a un su pegujal que tenía en las cercanías del lugar y el otro camino de la iglesia donde tenía su asiento reservado por herencia familiar cerca del altar a la mano derecha junto a la antesacristía. Aquel día no se sabe si por un aire primaveral traicionero, o por la frialdad de la pared norte, o por un rayo de sol que vino a dar en el casco de san Jorge en el altarcillo que enfrente de si veía, la cuestión es que se le trastocó el seso y comenzó a hacer aspavientos y gestos como de cazar moscas durante la misa, así lo comentaron las cuatro comadres y media doncella a la salida de la iglesia y así avisadas ya no les extrañó nada lo que de allí a poco le aconteció. El cura por decir la misa de espaldas al pueblo no se enteró de nada de esto. Mas o menos como a los políticos de este nuestro país.

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