Estaba leyendo la oda VIII del libro II de Horacio...

Parece ser que a lo largo de la historia el dios Cupido o lo que él representa ha herido los corazones amantes con dardos conformados por distintos materiales: de hueso, cobre, bronce, hierro u oro... así duraban las uniones lo que durasen; parece ser que hoy las flechas que dispara están fabricadas en material soluble. ¡En fin! Las ceremonias antes las celebraban en las tribus los chamanes, los sacerdotes o los viejos de la aldea y tiempos descreídos después las ritualizaban los alcaldes o concejales. Ahora, las parejas, van a la notaría, pagan la minuta y el titular les hace firmar unas escrituras como las de un testamento o la compraventa de un bien. También pueden salir de allí con la definición de la sociedad creada ora anónima, ora limitada. No hay nada como hacer todas las gestiones en un solo acto. Una sugerencia, que económicamente puede ser rentable, es que en las notarías pongan una sección de seguro-riesgo y otra de apuestas. Así si todo fracasa a lo mejor pueden ganar unos dineros.

Mi álbum imaginario

Igual que en la película Smoke, el estanquero todos los días, y así hasta cuatro mil seguidos, hacía una foto con su cámara robada desde su esquina a la calle, yo también todos los días a las once de la mañana tendría que escribir una palabra, una sola, para ver qué pasaba con ella durante la siguiente hora… la de hoy hubiera sido: espera. El estanquero era un buen narrador de historias y solo obtenía una imagen diaria, yo lo intento al revés a ver si con una palabra obtengo algún día una buena imagen de cualquier realidad o esperanza. Son para mí álbum imaginario.

Los entes narrativos



Igual que los niños chicos gustan oír y escuchar el mismo cuento narrado de igual manera una y otra vez, de adultos nos encontramos a gusto con unos autores mejor que con otros y con un tipo de historias mejor que con otras. Viene esto a cuento de por qué prefiero más a Pío Baroja y menos a Miguel de Unamuno, más a Benito Pérez Galdós y menos a Juan Valera… Esto no quiere decir que no haya leído a los cuatro ya que si algo aprendemos es que tenemos que comer de todo… Algunas veces el manjar publicitado (autores actuales) se queda casi enterito en el plato ya que es, por decirlo suevamente, insípido o sencillamente descubres que eres alérgico y tu poca inteligencia corre peligro mortal. Aquellos autores, ya clásicos (porque se enseñan o enseñaban en clase), vivieron, murieron pasaron un purgatorio y al final resucitaron y por aquí andan contando otra vez sus historias, una y otra vez, de la misma manera y a mi entera satisfacción.

El vino y el narrador de milagros


Que le gustaba el vino ya lo dejó por escrito y si era por gracia y de balde mejor que mejor. ¡Eso si, un buen vino! Lo que tengo dudas es si contaba estos milagros antes o después de haber libado o entremedias: una monja es enamorada por un caballero con el que se cita para huir y antes de abandonar el convento se despide de la Virgen de la que era devota. Cuando iba a abandonar la iglesia y al pasar ante un crucificado éste desclava una mano y le da un bofetón que la deja mirando para santo Domingo de la Calzada por lo menos. Como en todos los conventos que se precien vive alguna que otra correveidile, se entera la superiora y la comunidad de monjitas y dan gracias a la Virgen por tal milagro. Parece ser que la hermana pecadora estuvo a pan y agua durante un mes (sopas castellanas) para que se le arreglaran los arrebatos de la libido.

Por favor, retiren ese anuncio



El Cuento de Navidad de Charles John Huffam Dickens es un cuento cruel y victoriano donde un malvado Ebenecer Scrooge impelido por fuerzas superiores es capaz de cambiar radicalmente de forma de vida y de conducta, asunto que ningún alma honesta y veraz creyó en el siglo XIX, ni en el XX y menos ahora en el XXI. Ahora se escudan en que son Sociedades, Corporaciones, Empresas y Estados los dueños de los recursos para seguir abusando de los pobres empleados, trabajadores y demás siervos por salario añadiendo toda esa multitud de pequeños empresarios que sobreviven de precario aunque aparentemente les vaya bien y ni multiplicando los fantasmas: cambio climático, hambrunas, inundaciones, asfixia, pobreza, desamparo y naufragio por miles, se avienen al cambio porque nadie se da por enterado y si se enteran miran para otro lado.
Al anuncio de la lotería de navidad solo le queda bien la Villa de Pedraza con sus velas el resto es otro Cuento de Navidad totalmente cruel e innecesario

Sobre el mar no sé nada



Jamás he navegado, lo que entiende por navegar cualquiera de los héroes o chiquilicuatres de las novelas de aventuras, vamos que salvo ir a África cruzando el estrecho de Gibraltar, pasar de Laredo a Santoña y viceversa, ir desde Estambul al mar Negro desde el Cuerno de Oro para ver uno o dos barcos militares soviéticos quietos y aparcados, visitar alguna de las islas de Venecia o ir desde Nápoles a Capri, dar una vuelta a la isla almorzar y regresar al tacón de la Bota, mis aventuras acuáticas son nulas salvo que se entienda por proeza atravesar el río Águeda en su desembocadura, un verano muy seco, a bragas enjutas, para llegar a Barca d’Alba y comer una raja de sandía a que me invitó un amable portugués.
No sé si estuvo bien o mal alejar un barco averiado y roto, hace once años, de la costa gallega… pero me queda la sensación de que la sentencia sobre aquella catástrofe es otro naufragio en toda regla y, yo que todo soy costa, me encuentro cubierto enteramente por aquel chapapote y que la vida de la costa y su mar ha vuelto a perecer asfixiada

La alegre vida de algunos jubilados

A la hora del aperitivo en el bar A. comentaba que algunos miércoles por la tarde se acerca a unas salas de Madrid donde se reúnen personas de la tercera y cuarta edad para bailar y ligar y nombraba las salas y que cuando él llegaba con sus 63 años era el más joven. ¿Y no estarán cerca del Sacramental de San Isidro? le insinué… Están, nombrándolos, uno en tal calle y el otro en tal otra. Comentó P.: no ha pillado el chiste. A alguno habrán tenido que llevar del baile a las sacramentales ya que parece que las salas de baile están llenas de clientes todas las tardes (MMV)

Una romanza matutina



Hoy, cuando en la vega de Aranjuez, he visto en funcionamiento tractores que o bien estaban arando, abonando o siendo trasladados de una finca a otra, a la fuerza tuvo que venir a mi memoria aquellas mañanas de otros otoños cuando los mozos y los criados de los ricos agricultores, con sus machos o yuntas, iban casi al rayar el alba a los campos de labor para sus jeras diarias. Algunos más despiertos que otros se tomaban la tarea con alegría e iban silbando o cantando aquellos romances o coplas tradicionales bien porque no conocían otros o, en el mejor de los casos, para que la novia o moza requerida que aún andaba en su cama calentita o recién levantada y trasteando en la cocina escuchara aquellos mensajes que de tal manera le enviaban. Hoy, con tanto móvil, tanto mp3 o mp4, con tanto tractor con sonido estereofónico los mensajes tienen que llegar de otra manera y además los mozos a lo mejor solo cantan en wachi wachi que es el inglés que hablamos los españoles de poco pelo y así no hay forma de transmitir sentimientos ancestrales. (MMV)

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