Cuando, esta mañana, íbamos de viaje recordó aquella tarde
que estando en el aula, corrigiendo los deberes de los niños, un ratón había caído
en la papelera de la clase. Con el “respeto” propio de quien no ha convivido
con animales domésticos comentó que abandonó el aula y cerró la puerta. Cuando
se reanudaron las clases vespertinas, el ratón no se encontraba ya en la
papelera; pudieron suceder varias cosas una de ellas, la obvia, es que el ratón
saliera de la papelera y otra, dentro de las posibles, es que como en la
papelera un alumno había arrojado el dibujo de un gato mal resuelto
estéticamente y que tenía el aspecto de pasar hambre, éste como quien no quiere
la cosa se hubiera comido al roedor. Por la tarde, la señora de la limpieza, comentó
con una compañera que había escuchado un chillido o un maullido cuando volcó la
papelera en el cubo de la basura. (MMV 9/13)
Juan Ramón Santos lee "Meditaciones..."
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Ensanchando el territorio
Ahora que me doy cuenta, no pudo estar más acertado Álvaro Valverde cuando,
para dar título a la antología que publicó hace uno...
Hace 4 horas
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