En la década de los setenta del siglo pasado en las ciudades
emergentes de los cinturones de las capitales de provincia se construían los
colegios en las afueras de las localidades en terrenos municipales. No es de
extrañar que los ratones de campo devinieran en ratones de colegio y con el
tiempo y tantas enseñanzas en ratas de biblioteca. Al ratón de la papelera no
le había sucedido nada que no fuera lógico y natural: en las papeleras, aparte
de papeles, había restos de bocadillos, de tigretones, e incluso mondas de
naranjas, corazones de manzana, huesos de melocotón y un buen ratón de colegio
(como en otro cuento veremos, un buen pardal de patio) aprendió, nada más nacer,
‘economía de subsistencia’. Este roedor mostraba su presencia en los dictados,
cuando se hacía el silencio en el aula, con sus grititos acompasados al rasgar
de los lápices sobre las hojas de los cuadernos. (MMV 9/13)
Juan Ramón Santos lee "Meditaciones..."
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Ensanchando el territorio
Ahora que me doy cuenta, no pudo estar más acertado Álvaro Valverde cuando,
para dar título a la antología que publicó hace uno...
Hace 4 horas
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