Gabriel García Márquez había de recordar la tarde remota en que su abuelo, el coronel Márquez Mejía (El coronel no tiene quien le escriba), le puso en su regazo un diccionario y le dijo: "Este libro no sólo lo sabe todo, sino que es el único que nunca se equivoca." "¿Cuántas palabras tiene?", le preguntó el niño. "Todas"
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