Sit Tibi Terra Levis (STTL) - (que la tierra te sea leve)

Los físicos meteorólogos nos informan, pequeños profetas, qué tiempo hará en las próximas cuarenta y ocho horas; los médicos también son capaces de adelantarse a la certeza de muerte cuarenta y ocho horas, o cinco meses antes, de algún paciente que pasó por sus manos. Y eso que decían que desde las historias del Antiguo Testamento los profetas escasearían y, sin embargo, cada día hay más.

Lo que no nos han contado...

Entiendo que, desde que se hizo sacrosanta la labor del escritor, tengáis ‘in mente’ que el poder de la imaginación lo es todo. ¡Erráis más que el judío! Un tal Miguel de Cervantes Saavedra, mancado de un brazo por dos balas de arcabuz en una batalla naval en la que estuvo, caballero en mula alquilada, pasó por Miguel Esteban y allí conoció, es más, convivió y comió sobre los manteles de Alonso Quijana y Esteban que tenía sobrina joven y ama madura durante unos diez días de un marzo. Siendo Miguel algo aventurillas, una o dos palabras amables debió cambiar con la sobrina de Alonso sin que la cosa fuera a más o si, dependiendo de lo que nos contará en el futuro el bueno del manco, que algo de galanteador sí que gastaba.
Ahora entenderéis porqué sabía qué se comía en la casa día tras día, quienes moraban en ella, personas, animales y cosas, porque la cama de invitado la tuvo justo en la habitación de los libros y por lo tanto, y por entretener el tiempo le dio por leer los lomos de lo que allí se guardaba.

Una historia del día antes de (2)

Si es cierto que en el anterior apunte sobre la mañana previa al día de la salida de Alonso le habían visto espantando moscas en la iglesia durante la primera y única misa que ese día oficiaría su amigo y confidente Pedro Pérez con quien tenía que hablar de un asunto que le causaba cierto desasosiego y que tenía que ver con su sobrina y una charla que esta había mantenido con el ama y que él había medio escuchado e interrumpido por presencia. 
La iglesia de Miguel Esteban que hoy podéis contemplar no es exactamente igual a la que acudiera aquella mañana el bueno de Alonso, el tiempo y los sucesivos curas de la localidad le han conferido el actual aspecto.
Sobre las cuatro mujeronas ya llegará en su momento el comentario, baste saber por ahora que una era la madre del bachiller Sansón. La semidoncella es la que ahora nos interesa traer a la luz. Era natural de la vecina localidad del Toboso, soltera con cuarenta años ya cumplidos y sin novio ni pretendiente conocido ni por conocer, rolliza, fuerte y valiente respondía al nombre de Aldonza y que era hija de Lorenzo Corchuelo y Aldonza Nogales, esta ya fallecida, y aquel papando moscas en El Toboso por un aire que le dejó tundido. Lorenzo le había comprado unas viñas a Alonso cuando este, gran lector, hubo de venderlas para comprar unos libros de errantes que acababan de llegar a manos de sus libreros de Alcalá y Toledo. Había sucedido esto haría unos diez años cuando Aldonza acompañó a su padre en las gestiones para la adquisición de las citadas tierras y Alonso la vio por primera vez. Esa mañana había salido de El Toboso, antes de los gallos cantar, para resolver unos asuntos en Miguel Esteban con el licenciado Pedro Pérez y esperaba al final de la misa para ello. También Aldonza Lorenzo observó a Alonso haciendo aspavientos y no pensó en nada ya que le traía sin cuidado aunque sí estuvo distraída un rato mientras el cura terminaba con sus latines.

Una historia del día antes de (1)

Cuando uno tiene alma de aventurero es posible que todo lo que piense, proponga o realice pueda trastocarse en andanza, o correría, o peripecia, o episodio, o incidente, o lance, o en vicisitud, o avatar… Pongo como ejemplo al bueno de Alonso Quijano o Quesada el día antes de tomar la decisión que tomó… Aquella mañana había salido de su casa para ir a la iglesia a la prima misa ya que tenía que platicar con el cura de un asunto que le traía a mal traer desde hacía unos días. Desde su casa a la iglesia tenía que subir una cuestecilla discreta y al pasar por delante de la casa del labrador Panza se ofrecieron los buenos días sin más y uno se fue con el rucio a un su pegujal que tenía en las cercanías del lugar y el otro camino de la iglesia donde tenía su asiento reservado por herencia familiar cerca del altar a la mano derecha junto a la antesacristía. Aquel día no se sabe si por un aire primaveral traicionero, o por la frialdad de la pared norte, o por un rayo de sol que vino a dar en el casco de san Jorge en el altarcillo que enfrente de si veía, la cuestión es que se le trastocó el seso y comenzó a hacer aspavientos y gestos como de cazar moscas durante la misa, así lo comentaron las cuatro comadres y media doncella a la salida de la iglesia y así avisadas ya no les extrañó nada lo que de allí a poco le aconteció. El cura por decir la misa de espaldas al pueblo no se enteró de nada de esto. Mas o menos como a los políticos de este nuestro país.

Nevó en la sierra

Ya ves, nevó en la sierra bastantes días, todo quedó cubierto liso ondulado por un manto helado y blanco, así lo comenta el locutor de la radio; mientras lejos de allí, lejos, aquí, ves como los almendros llueven sus flores sobre el camino rural arrasados por el viento sutil helado blanco. Todo es sudario.

Esta tarde, dos pajarillos en el parque...

Cuando nos encontramos por azar los pajarillos, menos los gorriones y algún que otro mirlo sordo, y yo, huyen porque se ha extendido la especie que cuando era niño, por casualidad y sin querer, maté un avión, o golondrina, o estornino de una pedrada con el tirachinas. Yo creo que cayó sobre el montón de trigo del susto de oír silbar el canto y que ni muerto ni nada, pero rencoroso como era empezó a divulgar la especie por donde quiera que haya aire y esta tarde en el parque dos pajarillos diminutos saltaban de rama en rama mientras que con sus ojos de puro azabache me miraban con sorna mientras piaban. Ahora que no tengo tirapiedras o tiragomas y si una máquina para hacer fotos que no asusta ni nada, los pájaros me toman por un malvado avicida y mientras me provocan, se esconden. Desde luego lo malo que es el rencor y la habladuría y sólo por un susto de nada hace cincuenta años, dos más o menos.

Solar de chabolas

Esta tarde, cuando regresaba de Madrid, por la ventanilla del coche me fijé en la cantidad de almendros llenos de flores que ha dejado como restos luminosos el arrasado campamento de chabolas que, durante muchísimos años, ocupaba un amplio lateral de la autovía de Andalucía. A esas horas, como hacía mucho viento los múltiples roedores que allí pastaban indiferentes recibían una lluvia de pétalos y algún que otro copo de nieve.

Un empate parece un buen resultado

No es por falta de tiempo, ni de ganas el que no escriba aquí una o dos letras es que me entretengo con dos céntimos de pipas una tarde entera. Aparte de leer algún artículo en el ordenador y ver los titulares de las noticias, hoy el día se ha pasado en naderías y en ver el segundo tiempo de un partido de fútbol. Ya comentábamos esta mañana que no sería mal resultado ese empate. Parece que gozamos de inteligencia limitada como los adivinos.

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