El albañil

EL ALBAÑIL
Maestro albañil.— Mirad estos baluartes y esos contrafuertes: diríase que han sido construidos para toda la eternidad.
SCHILLER, Guillermo Tell
EL albañil Abraham Knupfer canta con la paleta en la mano, elevado hacia las alturas en el andamio; tan alto que, cuando lee los versos góticos de la campana mayor, nivela con los pies la iglesia con treinta y tres arbotantes y la ciudad con treinta iglesias.
Ve a las tarascas de piedra vomitar el agua de las pizarras hacia el confuso abismo de las galerías, las ventanas, las pechinas, los campaniles, las torrecillas, los tejados y el maderamen, que el ala inmóvil y recortada de un terzuelo mancha con un punto gris.
Ve las fortificaciones que se destacan en estrella, la ciudadela que se pavonea como un pavo real, los patios de los palacios en que el sol seca las fuentes, y los claustros de los monasterios en que la sombra gira en torno a los pilares.
Las tropas imperiales se han instalado en el arrabal. Por allá tamborilea un jinete. Abraham Knupfer distingue su sombrero de tres picos, sus trencillas de lana roja, su escarapela sujeta por un cordoncillo y la coleta atada con un lazo.
También ve unos soldadotes que, en el parque empenachado con gigantescas enramadas, sobre el extenso césped esmeralda, acribillan con sus arcabuces a un pájaro de madera clavado en la punta de un mayo.
Y, por la noche, cuando la armoniosa nave de la catedral se durmió, acostada con los brazos en cruz, desde la escala, él divisó en el horizonte un pueblo incendiado por gentes de armas que llameaba como un cometa en el azur.

Del Gaspar de la Noche de Aloysius Bertrand

Título original: Gaspard de la nuit
Aloysius Bertrand, 1842
Traducción: Lucía Azpeitia Ortiz

Edición: José F. Ruiz Casanova

No hay comentarios:

Blogs y Webs