Músicos o similares en El Retiro



Estaba esta mañana El Retiro, como si fueran a parcelar y sortear entre los presentes un trocito. Antes, de cuando en cuando un músico callejero con su saxo, acordeón o guitarra amenizaba los paseos y dejaba muchos espacios para el silencio, para poder pensar, meditar, leer o incluso charlar tranquilamente con los acompañantes, o compañeros o incluso amigos. Los novios o amantes o enamorados podían comunicarse susurrando sus secretos y misterios. Ahora tienen que elevar la voz para hablar o conversar, en vez de susurros tienen que gritar los sentimientos, con lo que pierde esto, que más parece una discusión que una confidencia o intimidad. No digo nada de la infinidad de manteros y personajes disfrazados que pululan por todos los rincones, porque en algún lugar tienen que pasar la mañana, ni de la algarabía de los niños que con sus compañeros de clase visitan el parque, porque ellos no molestan y además están poco tiempo. Los músicos ahora se han multiplicado y han pasado de algo ameno y agradable a plaga (séase dicho esto con todos los respetos humanos ya que tampoco puede ser rentable para ellos).(MMV 10/2013)

Un gorrión en un alero

Un corralón con paredes de adobe soporta una cubierta de recocidas tejas en la Castilla más profunda y despoblada; los pícaros gorriones realizan la prueba de esfuerzo de la construcción sobre el alero con el pico abierto frente al viento; son viajeros de corto vuelo entre las tejas cocidas y las cruces del cementerio (MMV 10/2013)

Un mendigo en A... (ciudad de Asturias)



¡Es para vino!
escribió en el cartel
dijo verdad, era cierto…
lo vi dando tumbos
la fría, húmeda madrugada
buscando refugio
en un hueco, bajo un alero
de un edificio oficial
de esta ciudad cualquiera.
Lo encontré otra tarde;
con mi limosna
compró vino y tabaco;
no le ofrecí un techo

Una calabaza hueca



Me contaron que los dos habían estado en la Guerra de Cuba de finales del siglo XIX, de mi abuelo Manuel no podría asegurarlo porque murió siendo yo niño de brazos, pero de mi abuelo Tomás a quien conocí y traté si estoy seguro porque cobraba una exigua pensión por haber participado en aquella campaña. Lo que hoy quiero contar apenas tiene que ver con ellos pero a lo mejor lo explica. A mediados del siglo pasado, siendo niño, unos vecinos de casa y puerta por el uno de noviembre vaciaban una enorme calabaza, le hacían unas hendiduras en la corteza quedando la calabaza en su interior hueca y con un aspecto de cabeza de espantapájaros más que de otra cosa, en el interior colocaban una vela de cera encendida cubrían el hueco con el casquete o boina por el que la habían vaciado, al anochecer la asomaban a una ventana que daba a la calle y salíamos a ver el efecto que causaba. Siendo como todos los niños un poco temeroso, aquello no me causaba ninguna impresión y tampoco a los que la veían… Luego, Isabel, ponía a secar las pipas de calabaza al fuego y una vez secas, tostadas y saladas nos las comíamos. Lo digo por estas últimas novedades que desde hace unos años han inundado aulas, supermercados y fiestas. Supongo que algún abuelo de Isabel también habría estado en la Guerra de Cuba (de ahí la contaminación de las costumbres norteamericanas), que sus padres cultivaban calabazas y que por los Santos comerían suculentas sopas o guisos con carne de calabaza, porque yo no recuerdo que en todo el pueblo nadie las usase para morcillas. (MMV 10/2013)

Confusiones, recuerdos y más confusiones



Hoy, dependiendo de la hora, he comenzado a escribir en mi memoria varios comentarios. Al despertar esta mañana incordiaban las palabras poyo, estrellas, sereno, sputnik, comentarios, verano, infancia, confusión, lugar…
Poyo: banco de piedra adosado a una pared colocado a la derecha, o a la izquierda, o a ambos lados de la fachada de una casa de pueblo; puede estar cubierto por una parra o no…
Estrellas: las que se veían en el cielo de mí pueblo en las noches serenas: una multitud de ellas, cercanas (rozando los aleros de las casas). Aunque teníamos un lucero, las luces en las calles eran pobres y escasas. Preguntaréis quién es lucero: una persona encargada de dar la luz al pueblo a partir de la aparición del primer lucero en el horizonte y que cortaba el suministro eléctrico a calles y casas cuando sólo brillaba el lucero de la mañana; persona a la que se paga para que entre en el transformador y enganche o desenganche la energía eléctrica a la distribución de los hogares y las calles de un pueblo; un vecino llamado Paco “el Lucero” que vivía dos casas más abajo y se le adjudicaba el sobrenombre por su oficio; trabajaban a su mismo ritmo sin tener que ver con él el cabrero y el porquero (recogían los animales que su oficio nombraba, puerta por puerta, por las mañanas y los llevaban a los campos y montes y los entregaban por las tardes cada uno en su domicilio).
Las campanas: por la mañana temprano llamaban a misa, a mediodía repicaban el Ángelus, por la tarde invitaban al Rosario… y terminaba el día con la Moza de Ánimas, que en los cruces de las calles y plazas solicitaba con el esquilón una oración por el alma de los difuntos justo al mismo tiempo que el lucero iba al transformador y el porquero y el cabrero entregaban a sus dueños los animales que volvían del pasto…
(Ahora entenderéis las dificultades de ayer y de hoy para escribir esto a vuela pluma)
CONTINUARÁ… (¡qué remedio!)

Justificando la apatía



Tengo varios temas sobre los que escribir unas líneas, como han decidido agolparse todos en la salida y no tengo ganas de disputas ni de empujones (porque me crispa los nervios), he decidido que se queden todos dentro hasta que decida a cual llamo en primer lugar. (MMV 10/2013)

La casa en la ladera llena de cieno



¿Por qué, Señor, que hice la casita en la ladera del monte, el barro la ha encenagado con las últimas lluvias? La verdad es que la lluvia, como la Justicia andan a su aire, caen fuera de tus deseos e intereses cuando menos te lo esperas. Las dos hay que asumirlas cómo y cuándo lleguen.

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